Mi querido hermano es un sinvergüenza, él que era el mejor de los hijos por el solo hecho de ser Testigo de Jehová. Hasta que sacó las garras. Mi padre se murió maldiciéndolo. Confié en él y metí la pata, pero aprendí la lección, aunque a un costo muy caro que pronto me pasará la factura. Hoy quiso hacerme la misma jugada de siempre pero el tiro le salió por la culata. Es que yo tropiezo con la misma piedra solo una vez, tan huevón no soy.
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