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jueves, 31 de enero de 2013

Fin de mes

Se termina el primer mes del año. Durante este mes empecé a tipear "El cazador nocturno". Avancé 150 hojas del manuscrito -tiene 284 hojas-. En computadora, a dos espacios, me salieron 215 hojas. Y todavía me faltan diez capítulos más y el final. Cuando lo termine de tipear, me imagino que tendré más de cuatrocientas hojas. Uy, es mucho. Me pondré a corregir para darle la forma final tratando de hacer que cada capítulo tenga veinte hojas o diecinueve, para tener 400 hojas exactas.
Este calor de desierto te quita las ganas de hacer las cosas, o te calienta tanto el cerebro que no te permite pensar, por eso avanzo a paso lento "El inquilino", otra novela policial que estoy escribiendo.
Aparte, estoy de cocinero para mis sobrinos. Hoy debo haberlo hecho bien porque mi sobrina más pequeña, cuyas opiniones sobre comida son contundentes, pidió más, y eso que preparé un locro, plato que no me gusta pero hoy sí lo comí con ganas, y los chicos también.
A seguir trabajando con el mismo ritmo.
En otros aspectos, anoche rompí mi amistad con una de las personas que más quería. No sé si ha sido una decisión acertada, pero creo que ha sido lo mejor, ya me hacía demasiado daño andar ilusionándome con esa persona que, por cierto, es demasiado caprichosa y no lo quiere reconocer. Será hasta algún día, si es que la vida la vuelve a poner en mi camino. 

viernes, 25 de enero de 2013

El corazón herido


Tienes el corazón herido
porque amas a un hombre
con mujer e hijos
y será difícil que los abandone.
Lloras por ese amor imposible,
te das al abandono,
no comes, te deprimes,
te importa un comino todo.
Si él te sonríe
el sol brilla como en julio,
también me quiere, dices,
y te ves a su lado en el futuro.
Pero después,
cuando ignora tus cartas,
el dolor vuelve otra vez
y dices no me ama
y tu corazón sangra
porque lo amas mucho
y él, nada,
parece que tiene el corazón duro,
si es que lo tiene,
porque no lo parece.

domingo, 13 de enero de 2013

El cazador nocturno

Después de un par de semanas, terminé de tipear el primer capítulo de "El cazador nocturno", constituido por cuatro bloques, el primero de los cuales tiene 27 hojas, el segundo 23, el tercero 24 y el cuarto 21, dando un total de 95 hojas. En el manuscrito son sesenta hojas. El total del manuscrito tiene 285 hojas, o sea que, cuando la pase a la computadora, saldrán una 500 hojas y pico. Uy, demasiado, me excedí. Lo que debo hacer después de tipear el original será reducir hojas, por lo menos que cada capítulo compuesto por cuatro bloques tenga unas 80 hojas, al final me quedarán unas cuatrocientas hojas a dos espacios, es una cantidad manejable y respetable. Tengo todo el 2013 para pulir, corregir, perfeccionarla, y mandarla a todos los concursos posibles y ver qué pasa. Es un trabajo de tres años, más este de tipeada, de cuatro años.

jueves, 10 de enero de 2013

Oda a Gringasho


-¡Ríndete, conchatumadre! –gritó el Águila Negra.
Como respuesta, recibió un balazo que casi se le incrusta en medio de las cejas.
-Parece que Claudia Llosa está filmando su primera peli policial –me dijo Pamela, señalando a una periodista, parecida a la directora de Madeinusa que, cámara en mano, seguía los acontecimientos.
Cualquiera hubiera pensado lo mismo hasta que el estallido de las lunas de las fachadas de los bancos y el balazo en el pecho que recibió un policía y el chorro de sangre que brotó de la herida no fueran demasiado reales.
-Es Gringasho –dijo alguien, señalando al chiquillo que, una pistola en cada mano, se defendía como un león.
En efecto, era Gringasho, ni más ni menos. ¿Qué hacía allí, en lugar de estar en un refugio seguro sabiendo que toda la policía andaba tras él para darle cacería? Seguro pensaba asaltar un banco para agenciarse de plata.
El ulular de los patrulleros fue en aumento. Águilas Negras y comandos de la Diroes fueron ocupando los techos de los edificios. Un helicóptero sobrevolaba el lugar.
-¡Al suelo, todos al suelo! –nos conminó un policía por el megáfono.
Echamos cuerpo a tierra para que una bala perdida no hiciera blanco en nosotros. Había sido mala idea venir al banco a esa hora.
Volvieron a pedirle a Gringasho que se rindiera, pero él respondió soltando tiros como loco. Otro tombo cayó con el pecho destrozado.
-Parece Rambo –dijo una tía que estaba tirada a un paso de nosotros.
-Tiene pinta de Brad Pitt –dijo Pamela. Me pareció que suspiraba.
-Claro, también se parece a Justin Bieber –dije yo.
Esa pinta de actor de cine o cantante juvenil ha hecho que Gringasho, en lugar de generar antipatías como cualquier pirañita, se haya convertido en una especie de Robin Hood, o Romeo: dicen que se escapó de Maranguita para recibir el 2013 en brazos de su hembrita, una chiquilla que lo tiene angustiado.
-Pobre chiquillo, ¿tantos tombos para chaparlo? Ni que fuera Papita –dijo la tía.
Dicen que es el sicario más joven del Perú, pero a nadie le consta en este país donde a cualquiera le inventan crímenes con todo y prueba. Dicen que su primera víctima fue una ex que salió embarazada del miembro de una banda rival. Dicen, pero del dicho al hecho…
Las balas seguían zumbando sobre nuestras cabezas como abejas enloquecidas.
-Ojalá que lo caguen –dijo un viejo.
Viejo huevón, ojalá que te caguen a ti, pensé, por no tener los cojones de Gringasho para defender tu miserable pellejo.
Desde los tiempos de célebres choros como Django, Vicharra, Pilatos, Oso Taype, la Gringa, el hampa no había vuelto a tener un antihéroe como Gringasho. Todos hablan de él, las tías tienen orgasmos pensando en ese chiquillo colorado y rubio que ha escapado espectacularmente de los centros de reclusión en donde ha estado, los papás están preocupados porque sus hijitas hablan más de Gringasho que de Justin Bieber y seguro se masturban pensando en el rapaz.
-¡Ay, parece que se le terminaron las balas a Gringasho! –dijo Pamela-. O se le atascó la pistola.
Así parecía ser porque del lado de Gringasho ya nadie disparaba.
Los policías, ahora sí envalentonados, se lanzaron con todo contra el muchacho. Los vidrios estallaban, las balas arrancaban pedazos de cemento.
-¡Lo van a matar esos salvajes! –dijo la tía-. Pobre chiquillo. Hay que hacer algo.
En un acto de temeridad, se puso de pie y echó a correr hasta interponerse entre los policías y Gringasho. Otras personas, sobre todo mujeres, los hombres somos cobardes en estas situaciones, hicieron lo mismo. Hasta Pamela.
-¡Policías abusivos! –empezó a corear la gente.
-Que se rinda y no le va a pasar nada –dijo un oficial.
-¡Ríndete, Gringasho, para que no te maten! –le dijo una chica-. Ya demostraste que eres bien macho.
Alguien le tiró un calzón blanco y, blandiendo la prenda íntima, Gringasho salió de su parapeto seguido por sus lugartenientes. Al toque fue reducido y enmarrocado. Los que llevaron la peor parte fueron sus compinches: los tombos los masacraron antes de meterlos a los patrulleros. A Gringasho ni lo tocaron porque había un centenar de periodistas como testigos.
Así, enmarrocado y sujeto por los brazos por dos gorilas, gorilas horribles comparados con el pequeño choro, Gringasho parecía un ángel. No lucía abatido ni arrepentido, al contrario, parecía estar orgulloso que tanta gente siguiera sus hazañas.
-¡Me volveré a escapar! –prometió, antes de ser metido en el patrullero.
La gente lo despidió con una salva de aplausos.
-Ojalá que Michelle Alexandra haga una serie con su vida –dijo una chiquilla, mientras le decía adiós con la mano.
Claro, sería lo ideal, o escribir una novela con las hazañas del muchacho. Esa vida llena de aventuras es digna de una novela. Y si es de una novela juvenil, mejor, para que sirva de ejemplo a la juventud. No sé si de mal o buen ejemplo. Eso es asunto de cada uno.

viernes, 4 de enero de 2013

2013

Todo comienzo está lleno de ilusiones, y este año que empieza no es la excepción. Atrás quedaron los días negros, los lugares que me los recuerdan, las personas que también me las recordaban. Volver a empezar con los ánimos de siempre, con las ganas de hacer mejor las cosas para ser mejor cada día.
Y esto también vale para la escritura, y la lectura. Este año, en que me acerco peligrosamente a los 45, me he propuesto leer aquellos libros fundamentales que leí hace veinte años, y esos otros que están esperando hace años que se las lea, que las he "leído" de oídas nada más. Así que por este año dejaré de leer libros del momento y volveré a las páginas de "La Iliada", "La Odisea", "El Quijote", "Crimen y castigo", "El Decamerón", "Fausto", "El Ulyses", "Ana Karenina", "Madame Bovary", "Santuario", "La metamorfosis", "La Divina Comedia", "Romeo y Julieta", "Rojo y negro", etc. Ya empecé con "El sonido y la furia", de William Faulkner.