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sábado, 28 de febrero de 2009

Cumpleaños de la vieja

Hoy mamá hubiera cumplido 73 años, pero ya son cuatro los cumpleaños que no está con nosotros. Temprano fui al cementerio y le cambié sus flores, le canté Las mañanitas y Ayrampito, y recordé las cosas que vivimos, ese viaje a Chincho durante casi todo el día cruzando cerros y abismos.
En su último cumpleaños se fue a pasear con el viejo y los chicos a Matucana, le gustaba ese lugar porque le recordaba a su pueblo. Yo no fui, justo ese lunes tenía que ver si me cambiaba de trabajo o no. Estuve todo el día en ese afán, y todo por gusto. Nadie me devolverá ese día, pero hubo otros paseos a esos lugares que también disfrutamos.

Solo me queda recordar, añorar, y resignarme porque un día yo también moriré y, lo que es peor, a mí nadie me recordará, nadie me llevará una miserable flor a mi tumba. Triste destino el mío, pero ¿qué puedo hacer?

viernes, 27 de febrero de 2009

La barba

Fui a cortarme el cabello para estar presentable el lunes. Vuelvo al trabajo después de unas vacaciones de dos meses que pasaron rapidito.
-Con esa barba te ves más viejo -me dijo Andrea, mientras me pasaba la máquina por la cabeza.
Hace dos meses, o más, que no me afeitaba. Estaba como el Che Guevara.
-¿Te paso la máquina?
-Mmm. Los alumnos me van a faltar el respeto -le dije.
Con el pelo corto y la barba tengo una cara de malo que da miedo, jeje.
-Si quieres que te acepte la invitación, déjame afeitarte -me dijo. Yo la había invitado a salir. Andrea tiene diecinueve años, yo el doble.
-Un poco nomás -le dije.
-Bueno.
Me pasó la máquina por la barba y se fue hasta el bigote.
-Perdón -dijo-. Pero te ves mucho más joven.
Andrea tenía razón.

El cumpleaños de mamá (la víspera)


Mamá hubiese cumplido mañana 73
años, pero solo vivió hasta los sesenta y nueve. Un día, hace casi cuatro años, su corazón se detuvo y se marchó para siempre. Era una mujer fuerte, valiente, trabajadora. Eso aprendí de ella: trabajar, que cada sol que me llevaba al bolsillo lo hubiera ganado con el sudor de mi frente, no extendiendo la mano para que alguien me lo dé, esas sí son puterías. Mamá estuvo con mi padre, hasta que la muerte los separó, en las buenas y en las malas, no era de esas mujeres que cuando el marido anda con los bolsillos vacíos, de patitas lo pone en la calle. Estuvieron juntos cuarenta y seis años, andando de aquí para allá como gitanos por la cabeza loca de mi padre, que un par de mis hermanos heredaron. Y a pesar que no sabía leer ni escribir, fue una mujer inteligente, sabia, a quien la vida le enseño a sortear tantas dificultades que se le presentaron. En sus tiempos las niñas del campo no iban a la escuela, ¿para qué si para cocinar o cortar leña o ayudar en la chacra no se necesitaba ni leer ni escribir?

Estoy seguro que si no fuese por ella, habría terminado yo de albañil o jardinero como tantos de mis amigos, o me habría muerto en Multitemp. Tengo amigos cuyos padres tenían mejor profesión que los míos pero que a las finales se han quedado en nada. Mi madre quería que yo sea profesional, que tenga un trabajo digno. Cuando terminé la universidad, me dijo saca tu título, hijo, para que no estés sufriendo como tu hermano, y lo saqué. Después me dijo nómbrate, hijo, y me nombré. Siempre traté de no darle dolores de cabeza, de no amontonarle mis problemas como lo hicieron mi hermano y mis hermanas, siempre traté de ser un hijo modelo. Y en mi conciencia sé que le di algunas satisfacciones: sacar mi título, nombrarme, y ganar el Premio Horacio, el galardón más importante en el Magisterio para los maestros creadores. Mamá añoraba Huanta, murió deseando el ansiado retorno que por muchos años no se dio por culpa de la guerra, y las pocas veces que lo hicimos después, lo disfrutamos. Siempre la recordaré esperándome con la cena caliente, despertándose tempranito para prepararme el desayuno, diciéndome acuéstate las pocas veces que llegaba borracho, recriminándome cuando estaba con alguna chica. La vieja era celosa en exceso, así que todas mis pendejadas las hacía a espaldas suyas, pero, aun así, a veces, por obra y gracia de mis hermanitas, se llegaba a enterar. No soy un santo, nunca lo he sido, nunca lo seré, pero traté de ser un buen hijo. Esté donde esté, en el Cielo, si es que existe, ojalá que haya encontrado la paz que aquí no le pudimos dar. Y que esté tranquila porque Nacho y Diego serán hombres de bien. Ya están grandes. Nacho pasa a segundo de secundaria y Diego a quinto grado. La Chola cumplirá seis años dentro de un mes, y la Nela, a quien no llegó a conocer, se va por los tres años. A la vieja le gustaba que le toquen Las Mañanitas para su cumpleaños. Mañana su Racu Bullis irá al cementerio y se lo cantará bajito como a ella le hubiese gustado. Allá arriba debe estar con Pedro Infante preparándose para la serenata de mañana con el Mariachi Vargas de Tecalitlan. También le gustaban las canciones de Flor Pucarina.
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Flor Pucarina canta Ayrampito
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Acá nuestro querido Pedro Infante canta Las Mañanitas
http://www.youtube.com/watch?v=YVgRSHJkdMg

jueves, 26 de febrero de 2009

Trabajo

Haces años conseguí la estabilidad en mi trabajo. No fue fácil. Saqué mi título y no conseguía nada. Hasta tuve que buscar en provincia. Recuerdo que por estas fechas fui a Yauyus con Miguelito. Llegamos una madrugada helada. Todo por gusto. No había plaza para mí. Tuvimos que venirnos. Había llovido y caído huayco interrumpiendo el paso de los buses. Fuimos a pata hasta el pueblo más cercano. Con mi madre fuimos a mi pueblo, también por gusto. En provincia es más difícil hallar empleo. Menos mal que ese año convocaron concurso de nombramiento. Tengo que nombrarme, me prometí. Tres años de padecimientos ya era suficientes. Eso año no tuve Navidad ni Año Nuevo ni verano. Me la pasé encerrado en mi cuarto, estudiando hasta el hartazgo, hasta quedarme sin manos de tantos apuntes y gastarme los ojos de tanto leer. Las dos últimas semanas antes del examen me la pasé en la Biblioteca Nacional. En esa época no había internet, o lo había pero yo ignoraba todo lo que era computación, además, ni computadora tenía. El examen fue sumamente difícil, tan difícil que a último momento me la jugué el todo por el todo y contesté al descarte. Pero, aprobé.
Todo esto viene a colación porque hace un año hubo un examen de nombramiento después de muchos años y hace un par de semanas un examen para contrato y tengo amigos que no han pasado ni lo uno ni lo otro por la simple razón de que no estudian con ganas. Yo tuve que irme a otro distrito para poder nombrarme, pero los amigos estos están que quieren que les pongan el trabajo en la puerta de sus casas. En fin, seguirán esperando hasta que se le haga el milagro.

Las tetas de Luciana Salazar


–¿Qué quieres por tus quince?
La respuesta de Jimena fue certera como una bala en mi nuca.
–Unas tetas.
Casi se me cae el tenedor. Esta niña se ha vuelto loca, pensé. ¿Acaso quería ser vedette o postular al cada vez más cuestionado Miss Perú?
–Voy a cumplir quince, y no tengo casi nada –se sopesó los senos. Tenía razón, eran como los de una de diez años–. Diana Carolina es de mi edad y tiene unas tetotas –hizo con las manos la medida imaginaria de los pechos de su amiga. Esa Diana Carolina debe tener mejores ubres que los de la Pamela Anderson y la Sabrina juntas–, igual Doris Stefany.
Jimena había salido a su madre: delanteras muy reducidas.
–¿Senos dices?
–Sí, papi. Soy la única de mi salón que todavía usa formadores –dijo–. ¿Quieres ver?
–Oh, no, hija, no.
Me puse colorado. Todo el mundo nos estaría mirando, escuchando. Esos son los peligros de reunirse con una hija adolescente en un lugar público.
Era nuestro encuentro de las tardes. Desde que mi ex mujer había empezado una nueva relación, mi hija solía pasar las tardes conmigo. La recogía del colegio, almorzábamos en la calle, ninguno de los dos sabía cocinar, la ayudaba con sus tareas, y ya bien nochecita, a veces después de ir a ver una película o a cenar, la llevaba donde su madre. Jimena había aprendido a confiar en mí, a no verme como el malo de esa película que había sido mi relación con Mily.
–¿Podrá ser, papá?
Hay chicas que te piden una fiesta con mariachis, otras te piden permiso para tener enamorado, otras quieren un viaje al Caribe. Mi hija me estaba pidiendo unas tetas.
–Cuando seas mamá y des de lactar, te van a crecer los pechos, hija –intenté una solución natural.
–Hasta que sea mamá, me voy a morir, papi. Además, no me pienso casar –me miró. Me sentí culpable de no haberle dado un hogar, de haber fracasado en mi matrimonio–. ¿Podrá ser, papi?
Jimena no había comido nada. Ya me imaginaba el drama que estaba viviendo. A mí también se me había ido el apetito. Tomé un poco de vino.
–¿Estás segura de lo que me estás pidiendo, hija?
–Sí, papá. Siempre he querido tener unos senos como los de mis amigas.
–Esa Diana Carolina creo que es muy tetona. Poco más y le gana a la Luciana Salazar.
–No te asustes, papi, que no te estoy pidiendo unas tetas como los de la Luciana Salazar –dijo, con una sonrisa, ¿al ver mi cara de espanto?–. Quiero tener unos senos como los tiene cualquier chica de mi edad, no los de una vaca lechera.
Risas.
–¿Y qué dice tu madre?
Tenía la remota esperanza que Mily se hubiese opuesto a la petición de nuestra hija.
–Me ha dicho que te pregunte a ti. Si tú estás de acuerdo, ella no se opone.
Debía esperar esa respuesta. Dile a tu papá que elija el colegio, dile a tu papá que te lleve a Disney, dile a tu papá que te suba la mensualidad. Típico de Mily.
–Si ella está de acuerdo, yo no tengo por qué oponerme, hija.
–¿En serio, papi? –me miró con ojos incrédulos.
–¿Es lo que quieres, no? Tómalo como un regalo por tus quince.
–Te quiero, papi.
Se puso de pie, estaba casi de mi tamaño, y me llenó de besos.
–Brindemos por eso –alcé mi copa.
Brindamos. Personalmente creo que los que nos hemos divorciado vemos con más claridad la felicidad de nuestros hijos. Y Jimena destilaba felicidad por todos los poros. Empezó a comer con ganas. A mí también me había vuelto el apetito.
–No vas a gastar mucho –me dijo, y empezó a hablarme de los costos, de los lugares donde podía operarse, qué doctores eran los más recomendables, cuántos días tenía que descansar–. Si me opero la semana que viene, puedo estrenar mis senos en la fiesta de mis quince. ¿Me traerás mariachis?
La imaginé con un vestido blanco, escotado, luciendo unos senos mejores que los de la Luciana Salazar.
–Sí. De todas maneras.
–Gracias, papi, eres un amor.








miércoles, 25 de febrero de 2009

El regreso de Blas Alva


*Esta es una historia que solía contarnos siempre mi padre.

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Todo Chincho acompañó los restos de Blas Alva, el alcalde. El padre José habló de un hombre probo, justo, magnánimo, solidario con los más necesitados. Su mujer dijo que era un esposo cariñoso, responsable, un padre ejemplar. Sus partidarios hablaron de un gran político, de esos que ya no se ven ahora: honesto, honrado, desprendido.
Todos vimos cuando el cajón fue bajado al profundo hoyo, cuando lampada a lampada fue cubierto por la tierra. Del polvo fuimos tomados, y al polvo volvemos, dijo el padre José.
Tres días después una noticia recorrió el pueblo como reguero de pólvora: Blas Alva había salido de su tumba.
Los curiosos corrimos hacia el cementerio. Era un día frío, nublado.
En la tumba había un hueco del tamaño de un cuerpo. Del hueco brotaba un hedor insoportable. La nube de moscones no ocultaba esas huellas como de garras que habían quedado grabadas en la tierra. Esas son las huellas de las manos del difunto, miren cómo le han crecido las uñas, largas como las del diablo.
–Blas Alva se ha condenado –decía la gente.
–¿Pero por qué si era un buen hombre?
La respuesta la supimos meses después cuando un arriero llegó a Chincho preguntando por la familia del difunto.
Contó que estando en la selva, sin querer, llegó al lugar donde están los condenados. Están atados a los árboles con gruesas cadenas. Parecen fieras, botan candela por los ojos y la boca. Si algún cristiano llega por casualidad, le hacen encargos para los que los conocieron. Confiesan sus delitos para reparar el daño que han causado en vida, para ver si pueden salvar sus almas del fuego eterno.
Uno de ellos se presentó como Blas Alva, alcalde de Chincho. Confesó que se había condenado por ladrón. Le había robado a su pueblo, por eso Dios lo había castigado.
–Debajo de su cama hay enterrado un baúl con todo lo robado –dijo el arriero–. Hay que repartirlo entre todos para ver si así se salva.
Fuimos a la casa del difunto. Tuvimos que romper el candado porque tiempo atrás su mujer y sus hijos se habían marchado a la capital.
En el lugar donde había estado la cama de Blas Alva, había un hueco del tamaño de un baúl. Pero del baúl ni la sombra. Por lo visto, la viuda no había sido ninguna tonta.

martes, 24 de febrero de 2009

Huanta

Al atardecer llegamos a la bella y heroica Huanta, una ciudad muy ligada a mi familia y a mí mismo, pues nací en Huanta, mejor dicho en las afueras de Huanta, en el campo, entre un río y pájaros, pero por esas cosas de la vida fui inscrito en el pueblo de mis viejos. Pero no importa, yo siempre me sentiré ayacuchano-huancavelicano de corazón.

Bonnie Tyler & Kareen Antonn

Enlace a estas maravillosas voces interpretando Si demain (turn around), una combinación perfecta de voces y estilos.
http://www.youtube.com/watch?v=nynjCiXhXoc
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Si demain en vivo
http://www.youtube.com/watch?v=bKSkAYchdfI

Aura

Enlace a una parodia del primer capítulo de Aura, de Carlos Fuentes
http://www.youtube.com/watch?v=rx8A8E4w1Js
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Un trailer de Aura
http://www.youtube.com/watch?v=Ex9FEc3ClC4

domingo, 22 de febrero de 2009

Carnaval ayacuchano

Los que no han disfrutado del carnaval ayacuchano, aquí les dejo unos cuantos enlaces a You Tube para que lo disfruten, aunque lo ideal es en vivo.
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La siempre dulce voz de Nancy Manchego nos interpreta este tema
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Damaris también está aquí con Pukllay
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No está el nombre de los intérpretes
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Este es el Dúo Gutiérrez
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Acabo de llamar a mi casa y me dicen que en La Realidad llueve intensamente desde hace un par de horas. Bueno, a cobijarse.

sábado, 21 de febrero de 2009

Huamangapi jinara

Vuelvo a Ayacucho después de un año de ausencia. El vuelo duró casi una hora. Es una ventaja viajar en avión y no estar toda la noche padeciendo en un bus, que, encima, como en nuestro último viaje, se quedó botado en mitad de la puna. Ayacucho me trae recuerdos de mi madre, de esos pocos pero intensos viajes que realizamos. Hace nueve años ya que viajamos por primera vez a la heroica ciudad que alguna vez fue asolada por la muerte. También me trae recuerdos de Edith Lagos, de mi amiga Janeth a quien no veo desde hace ocho años, del Mirador, de la chica que conocí camino a la cárcel de Yanamilla. En fin, son tantos recuerdos. Tengo una semana para disfrutarlo todo lo que pueda.
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Aquí algunas canciones de mi pueblo
Isabel Gamboa interpreta Cómo olvidarme de ti. No me gusta tanto su voz, le falta fuerza, sentimiento desde mi punto de vista.
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Nancy Manchego interpreta Camino al cielo
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Un mix de huaynos en la voz de María Jesús Rodriguez
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Nos vemos en Huanta

viernes, 20 de febrero de 2009

Mar adentro


Después de un día de intensa actividad, en que incluso terminé preparando la cena pues mi hermana salió, me puse a ver otra de mis viejas películas, esas que almaceno para verlas en otra oportunidad. Mar adentro, protagonizada por Javier Bardem como Ramón Sanpedro me cautivó. ¿Cuántos no llevamos nuestro propio mar dentro de nosotros?
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Un fragmento de esta peli

Juan Ignacio

Mi hermano Juan Ignacio nació un día como hoy de hace 48 años atrás, pero solo vivió siete meses. El 28 de setiembre de 1961 dejó de existir, pero mamá lo habría de recordar hasta el mismo día de su muerte. ¿De qué murió mi hermano mayor? Es una historia larga de herencias, odios, venganzas, brujerías, fuerzas del más allá. Lo cuento en Cadena perpetua, ya lo pondré aquí en cualquier momento. De Juan Ignacio no hay ni una foto, pero papá dice que era un niño hermoso. Su tumba está en Vitarte, así que de vez en cuando lo voy a visitar como lo hacía mamá. Ahora ambos ya están juntos para toda la eternidad.

jueves, 19 de febrero de 2009

La piscina


En plan de relajo, faltando diez días para volver al infierno de las aulas, busqué entre mis viejas películas y encontré La piscina y la volví a ver. Una película interesante, notables las actuaciones de las dos actrices: Ludovine Sagnier como July y Charlotte Rampling como la escritora inglesa.
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Acá unos minutos de esta peli

miércoles, 18 de febrero de 2009

La piscina


La vi llegar desde mi puesto de vigilancia. Alta, delgada, cabellos lacios y negros, piel bronceada. Llevaba una mini crema y un polito marrón. Entró al vestidor. Salió con un bikini celeste. Se echó en una perezosa después de untarse el cuerpo con bloqueador. Era uno de los días más calurosos del pasado verano. La piscina rebozaba de concurrentes. Después de un rato de tostarse la espalda, se dio la vuelta y quedó de cara al sol. Sus pequeños senos apuntaban hacia el cielo como queriendo derribar al astro rey. Unas gafas oscuras cubrían sus ojos. Yo estaba atento a los movimientos de los veraneantes. Nunca falta un imprudente que pone en riesgo su vida. Se puso de pie, dejó sus anteojos, caminó hacia la piscina, se arrojó al agua. Nadó de un extremo a otro, buceó hasta agotar el aire de sus pulmones. Salió chorreando agua. Fue por un refresco. Regresó. Se echó en la perezosa. El sol seguía quemando implacable su piel.
Un niño resbaló, acudí en su auxilio. Nada de importancia.
Se puso otra vez de pie, se sacó los lentes y caminó en dirección al trampolín. Llegó arriba. Desde allí, parecía una estatua de bronce recién sacado de su molde. Arqueó el cuerpo, estiró los brazos y se lanzó como un delfín. Hizo un par de piruetas en el aire antes de hundirse en el agua como un arpón. Parecía un clavadista de Acapulco. Me distraje por un segundo siguiendo con la mirada a una rubia en hilo dental. Los gritos de los bañistas me devolvieron a la piscina. ¡La chica se estaba ahogando! Salté del torreón, me arrojé en pos de la chica. La saqué desfalleciente. Tuve que darle respiración boca a boca. Arrojó toda el agua que había tomado. Volvió en sí. Estaba nerviosa. Tuvimos que darle una pastilla para calmarla. Se llamaba Ivonne, vivía en La Realidad.
Me pidieron que la acompañe a su casa.
–No debí de arrojarme de tan alto –dijo, aún con temblor en la voz–. No sé nadar muy bien. Mis abuelitos se iban a volver locos si me moría.
–Ya pasó –le dije. Le acaricié las manos. Las tenía heladas–. Si quieres, yo puedo enseñarte natación. Ven al club cuando quieras.
–En casa tenemos una piscina –dijo.
–Mucho mejor. Los lunes te puedo enseñar. Es mi día libre.
–¿Y cuánto me vas a cobrar?
–Nada. Con un poco de refresco para no deshidratarme me conformo.
Al fin la vi sonreír. Era una sonrisa triste.
La dejé en la puerta de su casa.
El lunes estaba ante esa misma puerta. Toqué una y otra vez. Cuando ya me iba a retirar, pensando que no había nadie, al fin me abrieron.
–¿A quién busca, joven? –me preguntó una anciana. Tenía los mismos rasgos de Ivonne pero abatidos por las inclemencias de la edad.
–A Ivonne.
–Pase, pase.
Fui tras la abuelita. Estaba toda encorvada y se ayudaba con un bastón.
–¿Cómo así conociste a Ivonne?
–En el club donde trabajo.
–¿También se te apareció su alma?
¿Su alma? Esta vieja está con demencia senil, pensé.
–Ivonne murió ahogada hace muchos años, cuando tenía cuatro añitos.
–¿Sí?
–Sí. Siempre se le aparece a los piscineros por estas fechas –dijo–. En este mes se ahogó.
Esta vieja está loca de remate. Yo no soportaría vivir un día con ella, pensé, mientras cruzábamos un enorme jardín lleno de maleza. En cualquier momento se aparecería Ivonne y me diría no hagas caso de las tonterías que dice mi abuelita.
En el borde de una piscina vacía estaba sentado un anciano.
–Buenos días, señor.
No me contestó. La abuela loca de remate, el abuelo sordo. Bonita familia, pensé. No vuelvo nunca más a este lugar.
–Está así desde que Ivonne se ahogó. Se pasa las horas mirando ensimismado la piscina. Es como si quisiera escuchar el grito de nuestra nietita para arrojarse y salvarla como no lo hizo hace quince años –dijo la viejita, con los ojos arrasados por el llanto.
Se ha tomado en serio lo de la nietita ahogada, me dije. Debió haber sido actriz en su remota juventud.
–Franz, este es el piscinero a quien nuestra nietita se le apareció este año –dijo la viejita, tocando los hombros del anciano, que apenas hizo un movimiento para mirarme con unos ojos glaucos carentes de expresión alguna. Esos ojos eran los mismos de los de la chica a quien había rescatado un día antes. El anciano no dijo nada–. Hasta se ha olvidado de hablar. Su vida es estar sentado en el borde de la piscina.
Par de viejos locos. Qué terrible es la edad. Deberían de estar en un asilo. La vida de Ivonne sería un infierno en esa casa.
–¿Cómo estaba Ivonne?
–Linda, alta –decidí seguirle la corriente.
¿En qué momento se aparecería Ivonne y me diría todos te estamos tomando el pelo, Agustín? O, mis abuelitos están locos, no les hagas caso.
–¿Vamos a su cuarto?
–¿El abuelo se queda?
–Sí. De allí nadie lo mueve hasta que lo llame Ivonne pidiéndole ayuda.
Ivonne debe estar durmiendo aún, pensé. Le voy a jalar las orejas por hacerme esta clase de bromas.
Entramos a un cuarto cuyas paredes estaban llenas de fotos ya amarillas. Reconocí a la chica –con muchos años de menos, claro–, a quien había salvado la vida. Los mismos ojos grandes y tristes, la misma cabellera negra y lacia. Había muñecas de trapo, cochecitos, cocinitas, mesitas.
–No hemos movido ni una pluma desde que Ivonne se ahogó –dijo la viejita–. A veces pensamos que es solo un sueño y algún día volverá y no queremos que se moleste si encuentra sus cosas donde no las dejó.
–¿Cómo así se ahogó su nieta?
–Ivonne era bien traviesa. Mientras me fui al mercado, se subió al trampolín, su abuelo dormía y no pudo escuchar sus gritos. Cuando la encontramos, estaba flotando en la piscina. Desde entonces siempre se le aparece a los piscineros. Parece que su alma no puede descansar en paz.
–Lo siento mucho –dije.

Abandoné esa casa lo más rápido posible.
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La entrada anterior es el tercer capítulo de Diario escolar.

Valicha

Esta es la entrada al tema Valicha, una canción que mi hermana cantaba hace muchos años. Esta es la versión de William Luna.
Disfrútenla
http://www.youtube.com/watch?v=Vl14wpOoUnA
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Esta versión es en guitarra
http://www.youtube.com/watch?v=0Rg02BmcBFU

lunes, 16 de febrero de 2009

Para un viejo corazón

En YouTube también hay canciones de mi pueblo
Los Ídolos del Perú interpretan Para un viejo corazón. Me gusta el violín.
http://www.youtube.com/watch?v=lg4_Ejp3Uo0
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Aquí la versión de Urpicha del Perú
http://www.youtube.com/watch?v=KJ_XHHcctE8
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Esta es la versión de Kike Revatta. Aquí se lucen las guitarras y una quena
http://www.youtube.com/watch?v=8RMpviDkoLw
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Otra versión, la de Ángel Bedrillana
http://www.youtube.com/watch?v=e9K2AvPZvSs
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La versión de Ayacucho
http://www.youtube.com/watch?v=Ir_vYCrCTUI
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Ya no encuentro otras versiones, aunque faltan las de Nancy Manchego, el Dúo Ayacucho, el Dúo Retama, Yolanda Pinares.
Hora de trabajar.

Vuelva usted mañana

Vuelvo a repetir por milésima vez: la atención en los hospitales del Estado Peruano es una cagada. Fui a Patología por unos resultados de mi viejo y me dijeron la impresora no funciona, vaya a informática. Busqué la oficina de Informática por todos lados. La indicación estaba oculta por un panel. Un tipo me recibió el cargo. Salió unos minutos después: aquí no imprimimos los resultados de Patología, me dijo. Volví a Patología. La recepcionista me repitió que la impresora estaba fallando, pero yo veía que estaban imprimiendo unas hojas donde ponían su horario de trabajo del verano. Vuelve otro día, me dijo, contundente. ¿Podía alegar algo aparte de ponerle mala cara?
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Unos fragmentos de El Llanero Solitario

domingo, 15 de febrero de 2009

Diego Abel

Hoy Diego, Dieguito, Chavo, el Lala de la abuela María, cumple diez años. Ya es todo un jovencito. Feliz cumpleaños, Diego.

Espido Freire


Entrevista a Espido Freire. Lo comparto con ustedes.

sábado, 14 de febrero de 2009

Camila llega con la lluvia


-Te llaman, tío -me dijo Nacho.

-¿Quién?

-No sé. Una chica.

Llovía a cantaros y yo estaba en el techo, reparando las goteras. Pensé ¿la gente no tiene nada que hacer justo para llamar ahora?

Casi me voy abajo al bajar la escalera. Con el agua, parecía de jabón.

-¿Aló? -contesté de mala gana.

-¿Profesor Harol?

Esa voz no sé dónde la había escuchado.

-Sí, soy yo.

-Soy Camila Vidal, ¿se acuerda de mí?

Camila Vidal, claro, esa voz era la de Camila Vidal, la chica que hace más de cinco años me había entragado un cuaderno con sus poemas, cuentos, apuntes de su vida diaria.

-Claro que sí. ¿Y qué tal?

-Acá pues. Encontré su número y se me ocurrió llamarlo.

-¿Y qué ha sido de tu vida? ¿Te casaste, divorciaste, ya eres mamá?

Rió con ganas.

-Acabo de terminar mi carrera -dijo, mientras yo buscaba un recipiente para colocarlo bajo una gotera-. Estoy sacando mi título.

-¿Y qué estudiaste? -pregunté, empujando con el pie el balde. El cable del teléfono no daba más allá. Hace veinticuatro horas que llovía intermitentemente.

-Psicología -dijo.

-Qué bien.

Una pausa. En el cielo de La Realidad estalló un relámpago.

-¿Y usted?

-¿Yo?

-¿Se casó, enviudó, ya es abuelo?

Me reí.

-Nada -dijé-. El amor no es para mí.

-Siempre con lo mismo -dijo.

La imaginé más alta, transformada en mujer. Ya no esa niña con cara de monga que seguía con atención mis clases de literatura.

-¿Cuántos años tienes?

-Casi veintidós -dijo.

Pausa. Las gotas de lluvia golpeaban los ventanales.

-Hoy es el día de la amistad -dijo.

-Si te invito a salir, ¿aceptas? -me arriesgué.

-Claro -dijo.

-Para conversar -dije.

-Para recordar -añadió-. Se cambió de cole, ¿no?

-Mmm. Hace un par de años. ¿Dónde nos encontramos?

-¿Le parece en Ciudad?

-Claro. ¿Por allá está lluviendo?

-No -dijo-. ¿A qué hora?

-¿Te parece a las tres y media? -dije, mirando el viejo reloj, calculando el tiempo que me tomaría reparar las goteras.

-A las cuatro mejor -dijo.

-Perfecto. ¿Me das tu número para llamarte?

Me lo dio.

-Bueno, profesor, hasta las cuatro entonces.

-Ya, Camila. Chau.

-Chau.

Alizee

Siempre encuentro sorpresas cuando entro a YouTube, por ejemplo esta cantante. Me gusta la versión que hace del clásico de Madonna, Isla bonita. Aquí va el enlace para que lo disfruten como yo.

Pense en mim


Una canción de Leandro y Leonardo que me gusta en particular, esta vez en la voz de Ivete Sangalo.

Pense en mim
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Magrela en Pense en min (no es la de Leandro y Leonardo)

Yo te seguiré queriendo


Adiós, amor,
ya nada será como antes.
Ya no volveré a verte.
Pensar que antes para mí no existías,
que me eras indiferente,
pero llegaste a mi vida,
y empecé a sentir algo diferente.
Pero ahora te vas,
todo fue una breve ilusión,
vuelve la soledad.
Adiós, amor. Ya no estarás
pero yo te seguiré queriendo,
quiero que lo sepas,
en estás líneas te lo estoy diciendo.
Yo te seguiré queriendo,
a través de los años,
de la vida,
del implacable tiempo.
Yo te seguiré queriendo
porque un día fuiste mi sol,
mi luna,
mi agua.
Porque fuiste el amor,
yo te seguiré queriendo,
hasta el último de mis días,
y cuando mis labios estén yertos,
cuando el universo no exista,
cuando los mares se sequen,
cuando las gaviotas ya no vuelen,
cuando el corazón ya no palpite,
yo, amor, te seguiré queriendo
como hoy.
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Quién soy yo sin ella en las voces de Luciano y Camargo
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Para no pensar en ti
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É o amor (instrumental)

viernes, 13 de febrero de 2009

Viernes 13/Lluvia

Llueve en La Realidad. Llueve desde la tarde de ayer. Llueve intermitentemente. Mientras yo reparo las goteras, los chicos juegan en los juegos mecánicos que instalaron hace poco en el cercano parque. No les importa si se mojan o no. Yo hace cinco años que no agarraba el martillo, desde el día en que me operaron, y desde que gané el Horacio. Hoy que papá anda delicado de salud, la casa tengo que cuidarla yo. Mi hermana Flora se pasó los últimos dos días y sus respectivas noches cuidando al viejo, así que yo tuve que encargarme del desayuno, almuerzo y cena de los chicos. Voy mejorando mi menú. Con lo poco que había, hice un caldo. Y a pesar que era agua con un tomate y unas cuantas zanahorias y pollo, los chicos pidieron yapa. Me falta mejorar mis tallarines. Y también calcular la cantidad de cuáker del desayuno, a veces me sale espeso como engrudo y otras tan ligera que Diego dice parece agua.
Al fin regresó el viejo después de veinte días de ausencia. Ahora está que granputea a los médicos porque estos no lo han curado en tantos días. Está que requinta por la sonda que le han puesto para que evacue la bilis. Los chicos están super alegres con el regreso del abuelo, cómo bailaba la Nela. Ahora nos estamos preparando para celebrarle sus 82 años el próximo ocho de marzo.
Viernes 13, ha sido un buen día a pesar de todo. Te está quedando bien el cobertizo, me dice Nacho. Y eso que lo hago con lo que tengo a la mano, con el martillo cuyo mango anda estropeado y con la pata de cabra con un solo diente porque el otro no sé dónde está. Después tengo que arreglar el depósito de herramientas que se está cayendo. No es sencillo ser el hombre de la casa.
Bueno, ahora a descansar que ando con la espalda adolorida. Menos mal que cesó de llover.

jueves, 12 de febrero de 2009

Julio Cortázar 2


Aquí los enlaces a otras entrevista a Julio

Julio en francés



Una reseña de la vida de Julio



Una chica ante la tumba de Julio



Reseña de Rayuela

Julio Cortázar


Hace 25 años murió Julio Cortázar. Leí Rayuela cuando estaba en la universidad. Fue una lectura pesada. Recuerdo que leía un par de capítulos y dejaba el libro cerca de mi almohada, se caía debajo de la cama, lo recuperaba, leía, lo volvía a perder hasta que mi acordaba de nuevo. Esa primera lectura fue líneal, no había aprendido a utilizar el tablero. La segunda lectura, años después, fue conforme a las indicaciones del tablero y con mirada más acuciosa. Pero lo que más me ha gustado de Cortázar son sus cuentos, y de ellos, Silvia es una de mis favoritas. Gracias a Julio por todos sus libros, por sus cuentos.

Aquí les dejo una entrevista a Julio en YouTube


La ambulancia

A papá lo trasladamos al Almenara para que le hicieran un drenaje biliar. Llegué casi a las siete al hospital. Espere, me dijeron. Un par de días antes dije vendré a las seis y media y la enfermera me dijo venga antes. Esperé. Su cita era a las ocho de la mañana. Las enfermeras cambiaban de turno a esa hora. A las 8:07 partimos al Almenara en una ambulancia que de ambulancia solo tiene el nombre, ni siquiera llevaba una gota de alcohol o una aspirina. Menos mal que llegamos a tiempo. A veces uno llega un poco tarde y los doctores te llaman la atención. A eso de las nueve y media papá entró a sala. Salí a tomar desayuno. Había tomado un café a las seis de la mañana, pero siempre me he dicho que mientras pueda alimentarme bien, lo haga, sino de viejo pagaré las consecuencias. Volví. La técnica que nos había acompañado andaba agitada: necesitaban una ambulancia con oxígeno porque papá se había descompensado. Como dije, nuestra ambulancia no tenía ni un caramelo para paliar un dolor de cabeza. Necesitamos una ambulancia Omega. ¿Y ahora qué hacemos si el de Vitarte está en otros menesteres? Aquí también funcionó la argolla: la técnica conocía a alguien con influencias y ese alguien se presentó como nuestro familiar y desde arriba le dijeron que no se preocupara que en media hora una ambulancia Omega estaría a nuestra disposición. Y así fue. Papá salió de sala, el médico que le insertó la sonda hizo los informes necesarios al médico de la ambulancia y partimos raudos a Vitarte. Durante el trayecto, la enfermera, ya no la técnica, se fue quejando que las ambulancias están implementadas a la diabla, que algunos de los instrumentos no sirven para nada, que se les terminó la garantía y están allí como adornos nomás. Y eso es cierto, los he vivido en carne propia. ¿Y así el gobierno quiere inaurar un nuevo hospital cada mes? Este presidente está más loco que su versión de hace veinte años.

martes, 10 de febrero de 2009

Consultorio


–Me duele fuerte este lado –dijo la chica, apuntando con su índice el lado derecho de su frente–. Parece que me estuvieran taladrando la cabeza.
–¿No será migraña?
–De repente. Mi mamá lo padece. Ese dolor es insoportable –dijo ella, alarmada. Se acomodó los lentes–. Mejor me muero si tengo migraña.
–El doctor ya te dirá lo que tienes.
Los pacientes entraban y salían del consultorio del doctor Barahona.
–Ni he almorzado por venir a mi cita –dijo ella–. Yo pensé que me tocaba temprano y me vine rapidito. Me he recorrido todo el hospital haciendo tiempo.
–Yo ni deseo venir –dije–. Del consultorio salgo deprimido.
–Quién no –dijo ella.
Frente a nosotros pasaban enfermeras empujando camillas, sillas de ruedas, doctores con sus chaquetas blancas, pacientes acompañados por sus familiares.
–¿Y tú qué tienes?
–Cálculo en los riñones.
–¿Cálculos? –hubo un gesto de extrañeza en el rostro de la chica–. ¿Este no es el consultorio de neurocirugía?
–No. Es de urología.
–Diablos, me equivoqué de piso –dijo la chica–. Neurocirugía está en el tercer piso.
Se puso de pie y se marchó corriendo.

2004

Tristeza



A Yazmín de México

La niña está triste,
¿Qué tiene la niña?,
¿Qué puedo yo hacer para que sonría?
LEO DAN, La niña está triste

“Mi” Condesa está triste,
tiene el corazón herido,
a su novio lo ha corrido,
atrás han quedado los días felices.

“Mi” Condesa se pasa las horas llorando,
el novio ya no era el de antes,
cuando la amaba hasta cansarse,
por eso de su lado lo ha alejado.

Tan feliz que parecía,
parecía un amor perfecto,
de esos que son eternos,
quién podía adivinar que luego lloraría.

Ahora “mi” Condesa se pasa las noches en vela,
no quiere salir a bailar,
no quiere salir a pasear,
las horas pasan lentas, está llena de tristeza.

“Mi” Condesa está con los ojos rojos
de tanto llorar,
está con el corazón roto
de tanto amar.

No quiere ver el mañana
en que un nuevo amor llegará,
tiene las puertas cerradas,
no quiere volver a amar.

Pero, Condesa, no hay pena que sea eterna,
después de la lluvia, tú sabes que sale el sol,
si un amor se aleja, otro llega,
la vida se ha hecho para vivirla entre dos.

Ya no llores, Condesa,
que alguien llegará,
te dará felicidad,
se llevará tu tristeza.

lunes, 9 de febrero de 2009

El guachiman

En la sala donde papá está internado hay un guachimán. Es un tipo antipático que se da sus ínfulas de no sé qué... de alguien que decide por los demás.
-¿A qué paciente viene a visitar? -pregunta.
-Al 203.
-No es hora de visita -dice, seco, cortante.
-Vengo de hacer unas gestiones en el Almenara -le digo-. Tengo que hablar con la enfermera.
-Pero cuidado con entrar donde el paciente -dice-. Allá está la enfermera.
Voy donde la enfermera, le informo mis gestiones, le pregunto si puedo visitar a mi papá. Pase, dice ella, ni siquiera me dice solo un ratito o algo por el estilo.
Cinco minutos después, salgo. El guachimán me mira. Lo miro: dan ganas de decirle tantas cosas, pero no lo hago, ¿para qué?

domingo, 8 de febrero de 2009

La enfermera

-¿Cómo está mi papá?
-Aburrido -me dice la enfermera. La futura enfermera, pues recién está haciendo sus prácticas.
Es guapa, tiene el color de las piuranas que han crecido a orillas del Pacífico.
-Quiero que me lleven a la casa -dice el viejo-. Aquí me van a matar.
-No quiere que le pongan el suero -dice ella, y se ruboriza.
-Así es él: terco como una mula. Hay que tenerle paciencia nomás.
Ella sonríe.
Le entrego su periódico a mi padre. Sigue amarillo como un chino con bilirubina. El miércoles recién le pondrán una sonda para elimine la bilis.
-¿Qué dicen los pacientes? -le pregunto a Karina.
-Dando lata -me dice-. A algunos ni vienen a visitarlos.
Me señala con la mirada a la viejita de la cama 201. Siempre la encuentro solita. ¿No tendrá hijos, nietos? Tiene un rostro dulce que me recuerda a mi mamá.
-¿Qué haces el catorce? -le pregunto.
Otra vez el rubor se apodera de su rostro.
-Nada -dice, mientras le mide la presión arterial a mi padre-. ¿Por?
-Si te invito a salir, ¿aceptas? -le digo.
-Salgo a las ocho -dice, mientras anota en un cuaderno la presión arterial de mi padre.
-Te espero -le digo.
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Fernando Ubiergo canta Yo pienso en ti
http://www.youtube.com/watch?v=8_QSw-Iw5UQ
Danny Daniel interpreta El vals de las mariposas
http://www.youtube.com/watch?v=KzR6YY4WVtY

Hospital

El presidente ha dicho que van a inaugurar un hospital cada treinta o cuarenta días. Papá hace dieciséis días está internado en el hospital de Vitarte. De Chosica lo mandaron a Vitarte, de Vitarte lo mandan al Almenara para que le saquen placas, de Vitarte llevan las muestras al laboratorio del Almenara, y somos los familiares quienes tenemos que ir en busca de las citas, de los resultados, somos nosotros quienes tenemos que pasarnos el día entero dando vueltas por los hospitales porque faltó una cosita para poder sacar la cita. O sea el presidente quiere llenar el país de elefantes blancos, carcasas, fachadas nomás ¿para colocar a los suyos?
La última burrada: a papá se lo llevaron al Almenara porque supuestamente tenía cita el viernes pasado, pero la cita era para marzo, ¡dentro de un mes! porque el encólogo que lo trató anda de licencia, ¿y no hay otro que lo sustituya? No pues, que los pacientes se mueran mientras el único doctor disfruta del verano.
Y hay más. Llamaron a la casa diciendo vengan con urgencia al hospital. Contestó mi cuñado. No le decían para qué, solo que era urgente. Él le avisó a su mujer, mi hermana desesperada por comunicarse con nosotros, pensando el viejo se ha muerto. Llegué a la casa y era un alboroto hasta que llamó mi otra hermana para decir que habían llamado para ver si podíamos ir al Almenara para adelantar la cita. Esa era su puta urgencia. ¿Alguien nos atenderá un día sábado?
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Un video de Natalia Oreiro para acompañar este texto, aunque está más aburrida que yo

sábado, 7 de febrero de 2009

Fabiana


Estaban en el paradero, esperando movilidad como yo. Ambas eran rubias. La mamá tenía el pelo lacio, la niña, ensortijado. Tendría unos cinco o seis añitos, su mamá, unos veinte.
El vehículo se detuvo. Subió la señora.
–Señora, se queda su hijita.
–Ven, Fabiana, sube.
Ocuparon dos asientos. Iban calladas.
Media hora después, el vehículo se detuvo.
La señora bajó.
–Señora, su hijita se queda.
–Ven, Fabiana. Ya llegamos a casa.

La despedida


A María Malpartida
(29-9-1987 – 23-9-1989)

Recuerdo tu jean celeste,
tu chompa con motivos incaicos;
era un veintitrés de setiembre
y partías para siempre de mi lado.


Eran la una y siete
y nuestros ojos se miraron,
se despidieron para siempre,
en silencio lloraron.


Hoy ya no soy el mismo,
los años han pasado,
nuestros lugares lucen distintos,


Supongo que te habrás casado,
que tendrás un par de hijos,
que ya me habrás olvidado.

Una chica bonita


En baño de sangre acaba toma de rehenes en colegio ruso: 250 muertos y 704 heridos. Dejé de leer y la vi: estaba casi en la puerta, haciendo malabares para mantener el equilibrio. Las pistas limeñas no tienen nada que envidiar a las de una ciudad en guerra. Cada salto del vehículo era como si me metieran de nuevo el catéter. Lo recordaba y se me escarapelaba el cuerpo. Toc, había escuchado un golpe seco cuando la sonda chocó contra el cálculo –un meteorito de casi cuatro centímetros– que tengo alojado en el riñón derecho. ¿Será verdad que también tengo una estreches en el uréter? Debido a eso fue que se formó la piedra, dijo el doctor. De repente te hacemos dos operaciones al mismo tiempo, añadió. Las cosas se me estaban complicando. Era bonita, una chica bonita. ¿Cómo fue que no me di cuenta hasta ahora de su presencia, yo que siempre viajo con los ojos abiertos para deleitarme del paisaje humano? Vamos Perú, a romperse en la cancha, decía en deportes. ¿Podremos ganarles a los flamantes campeones olímpicos? Soñar no cuesta nada. El vehículo dio un salto como Ibáñez para atrapar la redonda y la chica bonita hizo malabares de trapecista para no caer. El tipo que estaba sentado a su lado se hacía el dormido. Le hubiera dicho señorita, siéntese, pero estaba lejos de mí y a mi lado había un par de señoras que ya me estaban mirando con mala cara por no darles el asiento. Su rostro estaba dibujado con mano diestra. Parecía obra de Miguel Ángel. Era inevitable compararla con Martha. La una tenía la piel lozana, la otra, agrietada. La edad es implacable. Tenía los cabellos lacios pintados de rojo vino sujetos por un ganchito. Con el pelo suelto se te vería más linda, princesa. Yo llevo el cabello como a mí me gusta, ¿ok? Yo solo decía. Subieron un par de chiquillos con traza de delincuentes juveniles y ese angelito sujetó la mochila celeste que llevaba colgado en el hombro derecho. Ni los ángeles están libres de los delincuentes. Róbenla nomás y les saco la entreputa, mocosos de mierda. Ayayay, sentí que me acuchillaban. Cuando oriné después que me sacaron el catéter, me ardió como si me hubieran echado limón en las vías urinarias. Había restos de sangre en la orina. Qué habrán hecho con mi pobre cuerpo. Nos miramos: tenía los ojos grises como los de una gata. Una linda gatita. Miau. Tome asiento, princesa. Gracias, amigo. Qué amable es usted. Deje que lo premie con un beso. Un beso suyo sería el mejor regalo que mujer alguna me haya dado en la vida. No, no era normal que alguien te ofreciera el asiento desde tan lejos. Qué pensaría. ¿Con qué intenciones me está dando usted el asiento? Con ninguno. ¡Si no conociera yo a los hombres! Si hubiera estado sentado a su lado quizás… Cuando tomé el vehículo en Wilson esos primeros asientos estaban vacíos, pero la experiencia me ha enseñado que no sirve sentarse adelante porque no falta una embarazada o una señora con sus críos que sube y hay que cederles el asiento como si uno no tuviera su propia carga de dolores. ¡Si hubiera sabido que iba a subir semejante criatura! Pielografía. Por el nombrecito yo creí que iba a ser alguna revisión de piel para ver por dónde me iban a operar y no que me iban a meter un catéter por la verga. De dolerme mucho no me dolió, pero hubo tramos en que la sonda chocaba en las curvas de mi tripa y sentía que veía al diablo calato y maldecía a Martha. Después de nuestra pelea –23 de marzo–, al fin decidí acudir al doctor después de muchos años. ¿Le llevo su mochila, amiga? No, gracias. Guardo cosas personales que nadie puede ver. Sus toallas higiénicas, sus anticonceptivos… Disculpe, yo no soy Martha. ¿Estaría en la universidad esa preciosura? Esa mochila no parecía muy llena. Era sábado: después de estudiar, a bailar, y a la disco no vas a llevar todos tus cuadernos, ¿no? Después se pierden y es un problema ponerse al día. Yo mismo estaba peleando con mis programaciones y registros porque el siguiente martes tenía supervisión y hasta el momento no había elaborado ningún documento. Tenía mi diario de clases, pero un día fui de parranda al Open y lo manché con la sangría. Ni modo de presentarlo en esas condiciones. Cuidado con los consejos que des. No intervengas en asuntos ajenos o perderás amistades. Suerte con el número 5, me aconsejaba la brujita Josie. ¿A quién podría darle consejos en el vehículo? ¿A esa nena? Apenas la conocía de vista. Le diría nunca subas a un vehículo lleno porque ningún idiota te va a ceder el asiento, excepto yo. Nunca más lo haré. Gracias por el consejo. ¿Y qué haría con el número cinco? ¿Comprarme la tinka? Con el premio mayor me compraría un avión para llevarla a conocer el mundo. Gracias, pero no suelo aceptar invitaciones de desconocidos. Para eso te estoy invitando, para conocernos. Gracioso. ¿Cuál es tu signo, amiga? Pues adivínalo. ¿Aries? Frío. ¿Tauro? Hielo. ¿Sagitario? Nada que ver. ¿Géminis? Quédate con la duda. ¿Cuál podría ser el signo de un ángel? Llevaba una casaca jean azul–gris, adentro una cafarena color plomo con rayitas horizontales marrones. En el lado derecho de su cuello –blanco, terso– descubrí el nacimiento de un tatuaje, unas líneas rojas. ¿Tendría una rosa en el cuello de junco? Dichoso el que la tatuó. ¿Le habrá dolido cuando se lo hicieron? Nada. Me lo hicieron con anestesia. Sino habría gritado como loca. ¿Cuántos años tendrá? ¿Veinte, veintiuno? ¿Cuántas primaveras tienes, princesa? ¿Acaso no sabes que eso no se les pregunta a las mujeres? Perdón. Máximo tendría unos veintidós. Martha le lleva una década. Y más. Está vieja ya, aunque tiene un cuerpito de una chiquilla… después de una huelga de hambre. Hasta Angie –mi favorita, según mi ex amiga–, con sus doce añitos, tiene mejores proporciones y volúmenes que su profesora. ¿Cuántas placas me estarán sacando hasta ahora? Unos diez, mínimo. ¿Y si me da cáncer por tanta radiación? Sería la cagada. Fue la primera vez que subí a una camilla. Me pasearon por varios pisos, lo cual se agradece. No iba a andar con el catéter colgándome de la verga por los pasillos del hospital, ¿no? Nuestros ojos se encontraron otra vez. ¿Esos ojos serán naturales? Las chicas de ahora son más plásticas que una Barbie. Hace un par de días atrás la Maricielo Effio había presentado en sociedad sus nuevas tetas. Como si a uno le importase. Martha decía que antes, en sus buenos tiempos, usaba lentes de contacto. Antes. Todo era antes con Martha. Esta chica bonita tenía un ligero parecido con Claudia. Dos años y medio sin ver a mi amiga. ¿Qué estará haciendo? Pasajes, pasajes. El cobrador se metía entre la gente como el catéter en mi organismo. Pasajes, pasajes. El pendejo se puso detrás de la chica. Sal de ahí, huevón, o ahoritita te corto la verga, o te meto una sonda sin anestesia. Tiene sus ventajas ser cobrador, aunque estar de pie tantas horas debe ser terrible para los pobres riñones. Ella ni se inmutó, ¿lo estaría disfrutando, o el cobrador era mocho? La tiene chiquita, ni se siente. ¿No quieres probar? Paso. Tenía la naricita perfecta. La chica, no el cobrador. El reto de Cati, decía una de las llamadas de espectáculos, anunciando el retorno de mi ex estrella a la televisión, ahora como flamante conductora. Sentí que la verga se me ponía dura. El animal herido estaba recuperando fuerzas. Menos mal que me bañé y cambié de calzoncillo. Nadie hizo un comentario por mi culo peludo. ¿La chica bonita o Caticita? La chica bonita, definitivamente. ¿La chica bonita o Martha? Esa pregunta estaba demás. Tenía las uñas sin pintar, recortadas como las de mi hermano Jhon. ¿También se los comerá pensando que son pan? Esas manos serían más hermosas con las uñas largas y pintadas como las de una modelo. ¿Quieres que te arañe cuando nos peleemos? Mejor lleva las uñas así nomás. El tipo que estaba sentado al lado suyo seguía durmiendo sin importarle los saltos del vehículo. La princesa estaba demasiado pegada al tipo. ¿Se estaría sobando en sus hombros? A veces las féminas suelen hacer eso. Una vez una chica, no tan bonita, estuvo autosatisfaciéndose con mi hombro. Casi le digo ¿nos bajamos, amiga? A falta de hombres, buenos son hombros. Subió un vendedor de productos golosinarios de la fábrica Winter acabado de salir de Lurigancho. ¿Quién lo habrá soltado si los del poder judicial están en huelga? Chicles, caramelos y cigarrillos. ¿Un caramelo para que endulces tu vida, ángel mío? Paso. Después se me malogra el estómago. Fiscal confirmó la descripción de la fábrica de firmas. Por lo visto, nuestro presidente llegó a Palacio con trampa. Ella seguía sufriendo con su mochila y con los tipos que al pasar por su detrás la sobaban. Una vez un viejo se puso detrás mío y me colocó su verga, blanda como un gusano a pesar de su dureza, entre las nalgas. El viejo creyó que yo era una hembrita porque por entonces llevaba el cabello largo. ¿Y lo disfrutaste? Claro que no. Es una sensación bien fea tener una verga caliente entre tus nalgas. ¿Martha y Rafael ya habrán tenido intimidad? Supongo que sí después de casi medio año de estar juntos. ¿Acaso yo no me levanté a Neni a los tres meses nomás? Martha no tiene otra alternativa si Rafael le pide tener relaciones. No le va a decir estoy virgen, primero hay que casarnos. Lo único que le queda es aceptar calladita los requerimientos de su amado. ¿A Rafael se le parará? Debe ser doble filo. Traté de imaginarlos haciendo el amor. Pobre Martha. Si no le importó cuando le dije que el perro había dicho que ella ya sabía lo que era tener un hombre montado encima, era por algo, ¿no? Para mí que ella le abrió primero las piernas, sus piernas flacas de grillo –¿acaso no se me regaló a mí y yo no hice nada por idiota?– y Rafael se enchuchó. Pobre Nancy, estará llorando. La mujer a quien le dio la mano le quitó el hombre que amaba. ¿No es para reírse? Hacerle eso a su propia amiga. Ni las putas. ¿Habrán ido al campeonato magisterial? Para mí que sí. Deja a Chavelita con su mamá y se van a cachar a cualquier hotel de medio pelo. La chica bonita se limpió los mocos. Parece que estaba con gripe. Cualquiera con este clima de mierda que un día parece el infierno y al siguiente una refrigeradora como los pasillos del tópico de urología. Voy a tener que comprarme una piyama gruesa para la semana que voy a estar internado sino voy a morirme de frío y no de otra cosa. Ojalá que sea cierto que me van a dar un mes de descanso. Por mí que me operen mañana para no presentar mis documentos pedagógicos. El director es capaz de clavarme mi memo. Martha cree que yo soy chupamedias de Caycho. Ni que fuera Benites, o ella. ¿Acaso me he encerrado en su oficina para felicitarlo por su cumpleaños? ¿Acaso voy a las fiestas que organiza Caycho en su casa? ¿Le debo algún favor al director? ¿Creerá que yo estoy faltando por gusto? En fin, Martha está media loca, ¿no estuvo internada un par de semanas en el pabellón de enfermos mentales del Rebagliati? La idiota cree que todo el colegio está en su contra. Pobre taradita. ¿Le limpio los mocos, amiga? A esa chica hasta el potito le limpiaría con gusto. No seas mal hablado, por favor. De paso le cambio la toalla higiénica. No hables estupideces, o me molesto contigo. Si no termino mañana mi documentación, falto el martes. Digo que me sentí mal. ¿Me descontará Caycho? ¿Acaso mi sueldo sale de su bolsillo? ¿Ya se olvidó que el año pasado trabajé en exceso? Si no fuera por mí y por la auxiliar, ahora Martha estaría en la calle. Nunca más vuelvo a mover un dedo por ella. Subieron una tía y un gordo. En el asiento de adelante había una señora que llevaba a su bebito envuelto en una manta como si fuera una momia. La tía que acababa de subir le dijo déle aire a su bebe, no se vaya a asfixiar. La chica bonita prestó atención a ese diálogo. Tenía un rostro dulce, amable. Siempre lo llevo así, dijo la señora. ¿Cuándo será mamá? Será una mamá linda. ¿No quisieras ser la madre de mis hijos? Ya estás hablando tonterías. ¿Yo contigo? ¿Y por qué no? ¿No quieres ser feliz? No me quiero quedar viuda tan joven. Voy a salir vivo de mi operación, ya verás. Primero sales, y después hablamos, ¿ok? No hay dinero para fonavistas. Nunca va a haber dinero para ellos así hagan huelga de hambre hasta morir. Empecé a hojear de nuevo las noticias. ¿Qué les costará a los rusos darle la independencia a Chechenia y evitarse más ríos de sangre? Mi horóscopo me decía acude al médico cuanto antes o de lo contrario lo lamentarás. Del hospital venía, medio adolorido y medio arrepentido de haber acudido a la cita. ¿Cuántos centímetros me habrán metido? De catéter, digo, no de otra cosa, la otra cosa es para Martha. Cati decía estoy rompiendo con una imagen de inocente. Ojalá nomás que no termine como Martha arrinconada detrás del Arguedas. Esa sí se pasó de pendeja: de la mosquita muerta que era, o aparentaba ser, se transformó en una putaza. Cómo lloraba por el papá de Chavelita: nunca lo voy a olvidar, Pepe ha sido el único hombre de mi vida, siempre voy a estar enamorada de él, decía. En menos de medio año lo olvidó. Nunca me voy a enamorar de otro hombre. En eso sí tenía razón: Rafael no es hombre. Cuando la puta se dé cuenta será demasiado tarde. ¿Qué hacer para vengarme? ¿Matar a mi rival? ¿Matarlos? ¿Seré feliz sin ellos en el mundo? No. Ninguno de esos bastardos vale la pena. No voy a pasarme veinticinco años de mi vida en Lurigancho por dos perros para salir después a vender caramelos en los carros. Ni que la loca fuese Miss Universo. Hasta esta chica es más linda que ella, tiene los ojos claros, los rasgos finos, las manos delicadas, y mejor cuerpo. Martha ni espalda tiene, parece media tuberculosa o anémica porque está más pálida que un muerto. Que la puta sea feliz con su maricón mientras pueda. Además, esta chica es joven. Nuestros hijos serían saludables, inteligentes. Por Santa Anita la señora del bebe–momia bajó y la mujer del gordo le dijo a la chica bonita siéntese porque nosotros ya vamos a bajar. Y la chica bonita tomó asiento. ¡Por fin! Ya me dolían los riñones de tanto estar parada. El gordo y su mujer bajaron a la altura de Plaza Vea. La Vergara –la brujis, no la actriz– me decía que dejarás atrás los resentimientos; tu humor será tu conciliación. Estarás muy afectivo (a) y te tomarás un tiempo muy especial para el amor… Nada de encuentros especiales en mi existencia el día de hoy. ¿Con quién me reconciliaré? ¿Con Martha? Ni en sueños. ¿Será feliz con Rafael? ¿Será feliz quedándose en los recreos en su salón mientras Rafael baja al quiosco a tragar con la gorda Natalia y no le importa que la pobre loca esté haciendo el papel de cojuda? Hasta la más tarada se daría cuenta que el cabro solo se está aprovechando de ella. A veces le doy la razón a Rafaelillo. ¿Quién no si la perra se le aventó con el calzón en la mano? ¿Qué quieren que haga si ella me persigue y yo soy hombre?, dice el pobre. La chica bonita sacó un espejito y empezó a pintarse los ojos bonitos. Era ojona. Tenía las cejas negras, tupidas. Amiga, ¿te depilo las cejas? Ay, no, gracias, eso lo dejo en manos de Rafael que es una experta en estos menesteres. En su mollera empezaba a formarse una mata de pelo negro. Te verías mejor con el cabello negro, contrastaría con la blancura de tu piel. Yo llevo el cabello como a mí me da la gana, ¿ok? Yo decía nomás. Gracias de todas maneras por el consejo. Se echó rubor en las mejillas. Esas sí son mejillas, no como los de la tarada que empiezan a descolgársele por la fuerza de gravedad de los años. 33 años dentro de… treintaiséis días. Como para crucificarla por el culo. A esa edad urgente necesita una verga todos los días. Se aplicó rimel en las pestañas, sacó un aparatito, ¿se llamará rizador? y empezó a darle forma a sus pestañas. Si así estás linda, nena. Todo lo veía yo por el espejito que tenía ella en la mano izquierda. Amigo, no seas sapo que te va a salir una bolota en los ojos. Diego Torres estará el diez de setiembre en la explanada del Monumental de Ate. ¿Vamos, princesa? Gracias, ese día voy a estar muy ocupada. ¿Una cita romántica? No es tu problema. Disculpa. Un mes después la loca estará de cumpleaños. ¿Aún estaré yo en el Independencia? Ojalá que ya no. Este año no la llamo. Las fotos del El Comercio sobre la tragedia de Beslán eran elocuentes. Matar niños es lo peor, pero a veces no hay más remedio que hacerlo. Algún día –máximo cien años– todos los del carro seremos un montón de huesos, hasta la chica bonita, ¿a qué edad morirá?, ¿cómo morirá? Eso no lo pueden adivinar ni Mirtha, ni Josie, ni la chucha del gato. La preciosa sacó un lápiz labial y se empezó a pintar los labios, esos labios imposibles para un pobre diablo como yo, aunque yo creo que mínimo me merezco una chica así. ¿Estará yendo a una cita? Eso era más que seguro. Mamá, hoy me toca jugar con el 69–69 y se va a cachar con el cabro. Esa perra andaba buscando marido. Por idiota la perdí. Pero fue lo mejor. Esa clase de mujer no vale la pena. Dentro de veinticinco días será un año de su desgracia. ¿Chavelita ya cobrará su pensión? Seguro, sino la puta de dónde va a sacar para comprarse ropa, a menos que Rafael la esté vistiendo. La viste y la desviste. Para interesada Martha es única. Cómo me lloraba por plata diciendo ya he gastado mis últimos cien soles. Como cinco veces dijo mis últimos cien soles. El vehículo seguía avanzando veloz por la Carretera Central. La chica bonita llevaba un anillo en el dedo medio de la mano izquierda. Por mí no volvería al Independencia ni por el vuelto. Al diablo con Martha. La chica se limpió una manchita que había dejado el rimel en sus párpados. Se soltó los cabellos, cortos y lacios, sacó un peine y empezó a peinarse. Un flaco que estaba parado a su lado se agachó y le entregó su rimel que acababa de caérsele. Ella le dio las gracias con una sonrisa. Envidié al tipo. Para mí ni sonrisa ni nada. Paciencia, ya te tocará. ¿Cuándo? Paciencia. Suertudo. Restringen luz y no se extenderán nuevas conexiones. ¿Volveremos a los tiempos de los apagones? A alumbrarnos con vela. En la sierra no cae ni una gota de lluvia. A tu lado, amor, no me importaría vivir en la más completa oscuridad. Tus ojos serán el faro que guíe mi barca hacia un puerto seguro. Qué cursi eres. Terminó de peinarse, abrió su mochila, sacó unos papeles, les dio una rápida ojeada, los guardó, sacó una botella de agua mineral San Antonio y le dio un buen sorbo. Sacó unos halls y se lo metió en la boca ¿para refrescar el aliento y descongestionar su linda gargantita? Se apoyó en el respaldar y cerró los ojos por un instante. ¿Qué ideas pasarían por su cabecita? ¿A dónde estará yendo? ¿Con quién soñarás, princesa? Mi próxima cita es el viernes primero de octubre, el siguiente viernes es feriado. A descansar. Diez de octubre es domingo. ¿Llamarla? ¿Puedo invitarte a cenar? Llevas a Chavelita. ¿Por qué no nos damos una última oportunidad? El año pasado le regalé unas rodilleras y a su hija un cuento con su caset. Este año no hay nada; así cumplas mil años no te regalo ni mierda. La chica bonita abrió los ojos, miró dónde estábamos –en Ceres– y volvió a cerrarlos. Soñar contigo, que el meteorito y el catéter sean un recuerdo nada más, mejor ni recuerdo, mejor borrarlo de mi memoria como a la loca y a todo el Independencia. Llegamos casi a Huachipa, el tráfico era un caos, el vehículo avanzaba con lentitud, los ambulantes asaltaban las ventanillas ofreciendo mil chucherías. La chica bonita se puso de pie –tenía un jean azul–gris Parada 111–, le vi la cintura blanca, tenía otro tatuaje debajo del ombliguito cuyas líneas verdes se perdían pantalón abajo. ¿Hasta dónde llegará? El flaco se sentó en su lugar, le dijo amiga, se te ha caído, y le entregó su lápiz de labios. Esta chica anda botando todas sus cosas. Ella volvió a sonreírle, dijo baja, baja, y se bajó del ómnibus. Adiós, ángel.

2004
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"La chica de la boutique" de Heleno para acompañar esta historia

jueves, 5 de febrero de 2009

Hospital

Ayer batí mi record de estar en un hospital: me pasé todo el día dando vueltas entre el hospital de Vitarte y el Almenara. Si no es porque mi hermana le pidió ayuda a un amigo médico suyo, el informe de una tomografía que le hicieron al viejo nunca habría salido. En una hora lo tenemos listo, le dijeron. Efectivamente, así fue. Pero yo no era el único que andaba con su ayudín, otros también lo hacían. Así es como funcionan las cosas en los hospitales del Seguro. Así nos dicen que andamos en un país moderno al cual la crisis internacional apenas le mueve los cabellos, la verdad es que somos la peor cagada en cuanto a los servicios que recibimos del Estado. ¿Cómo es posible que para una simple tomografía tengan que derivar a los pacientes a otro hospital? Con todos los millones que dizque tenemos en las arcas, ¿por qué no implementar cada centro de salud con uno de esos aparatos? ¿No les sale más económico que estar trasladando a los pacientes en las ambulancias? Y los resultados que se demoran tantos días, los familiares tenemos que estar insistiendo para que salgan. Las placas están al instante, pero los resultados salen en cinco o diez días, dependiendo si es un paciente del Almenara o referido. Da para pensar, ¿no? ¿Acaso falta personal?
El viejo cumple hoy dos semanas internado y anda más aburrido que nunca, a veces tiene ganas de tirar la toalla pero nosotros le insistimos que tiene que seguir con el tratamiento. Anda como chino con hepatitis: está amarillo de los pies a la cabeza. Él dice ya no me duele nada, que me pongan una inyección para la picazón y listo, me voy a mi casa, pero en realidad ignora las dimenciones de su mal. Al menos ahora todavía puede valerse por sí mismo, pero seguro llegará el día en que los tengamos que trasladar en camilla, en que ande lleno de tubos y sondas. Tiemblo imaginando esos días que vendrán. Tiemblo viendo todos esos pacientes con los cuales me cruzo mientras deambulo por el Almenara haciendo tiempo mientras llega la hora de recoger el informe, mientras llega la hora para sacarle una cita. A veces son largas esperas para que en un par de minutos te digan falta esto, falta este otro, vuelve a tu hospital y lo traes para darte la cita. Jodido, ¿no? Yo sí no voy a resistir semejante trajín, cuando un día me ponga mal y sienta que mi enfermedad es irreversible, pues pum, adiós, mundo cruel.

Un beso a la mujer araña


(Homenaje a Manuel Puig)
Palabras de El Escriba sobre este cuento: He aquí un logrado cruce entre el estilo de Manuel Puig y referencias al propio Puig en el texto. Es un escrito técnicamente difícil, que sale más que airoso. Y es más que destacable el tono del diálogo, muy verosímil y a la vez llamativo. (Cuento seleccionado por El Escriba.)

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–El beso de la mujer araña es la historia de dos hombres que comparten una misma celda en una cárcel argentina.
–¿Como nosotros?
–Aja. Valentín, uno de los presos, es guerrillero. El otro es Molina, un homosexual.
–¿Y qué hacen juntos en una misma celda un guerrillero y un homosexual, ah? ¿Cositas ricas?
–Fuera bueno, pero no. Estamos en plena dictadura militar. La represión contra los comunistas era peor que aquí, a los presos los arrojaban vivos al mar desde aviones. A las embarazadas las hacían parir para robarles a sus hijos y luego las mataban.
–Eran los tiempos del Plan Cóndor: un acuerdo entre todas las dictaduras sudamericanas para detener en cualquier país a los comunistas y desaparecerlos.
–Aquí detuvieron a la montonera María Esther Molfino, ¿te acuerdas?
–Claro. Se la llevaron a España y allá la mataron.
–La vida de un comunista no valía nada.
–Así es. En Argentina actuaba la temible Triple A: Alianza Anticomunista Argentina. Una especie de Grupo Colina gaucho. Puig escribió El beso de la mujer araña en el exilio porque después de publicar The Buenos Aires affaire fue amenazado y se vio obligado a salir de su país.
–¿Puig era comunista?
–No sé, pero estaba contra la dictadura. Los milicos les tenían miedo a los intelectuales.
–Esos cabrones siempre han temido a la gente que piensa.
–Mmm.
–Cuéntame un poco sobre esa novela.
–En casi todas sus páginas Molina se la pasa contándole películas a Valentín para matar el tiempo. A Molina le han puesto en esa celda para que le saque información a Valentín.
–Marica y soplón. Qué feo.
–¿Tú qué no harías por tu libertad?
–Cualquier cosa, menos traicionar.
–Todos no piensan como tú. Aunque al final Molina se pasa a la causa de Valentín y muere en acción.
–¿Y por qué ese cambio de bando?
–Porque Valentín le abrió los ojos y Molina al fin pudo ver toda esta mierda en que vivimos.
–Interesante. ¿Cómo así llegaste a la obra de Puig?
–Tenía un profesor peruano-japonés que lo había leído y me lo recomendó. Me acuerdo que cuando fui a comprar El beso de la mujer araña casi me levanto a una gringuita. O, mejor dicho, ella quiso levantarme a mí.
–¿Cómo así?
–Un día pasé frente al Virrey y vi en el escaparate El beso de la mujer araña. Casi me vuelvo loco porque nadie lo tenía en La Cantuta, ni mi profesor, quién solo había leído La traición de Rita Hayworth y Sangre de amor correspondido. Yo tenía Boquitas pintadas y Maldición eterna a quien lea estas páginas. Nuestro sueño era leer El beso de la mujer araña. Lo había buscado en Grau y en Quilca sin encontrarlo.
–¿Rompiste lunas y te diste a la fuga con la obra de tu héroe?
–Más bien me rompí el lomo cachueleando un par de semanas para juntar lo que costaba. Ya con la plata en el bolsillo, fui al Virrey, pero era muy temprano e hice hora en un parque. Allí se me acercó una rubia y me hizo el habla.
–¿Cómo así?
–Creo que ella pensó que yo era un puto y me quiso levantar.
–¿Qué te decía?
–Que su marido estaba en Europa, que estaba solita en su casa, que se aburría y por eso había salido a dar unas vueltas por el parque.
–¿En busca de un hombre que la divirtiera?
–De eso me di cuenta después. En ese momento yo solo pensaba en comprar la novela y leerlo de una vez.
–¿No le hiciste nada?
–No.
–¿Y se puede saber por qué?
–Porque no se me aventó con todo, lo único que me decía es que estaba aburrida en su casa, que su marido estaba de viaje.
–Putamadre, tú también eres un huevón, ¿qué mujer se te va a aventar con el calzón en la mano y te va a pedir que te la cojas?
–Neni.
–Esa era una mujer recorrida. No puedo creer que no hayas hecho nada teniéndola en tus manos.
–¿Qué querías que haga, que la viole?
–Cualquiera se le insinúa, le habla en doble sentido, le toca las piernas. ¿Era bonita?
–Sí. No era tan alta, pero tenía un cuerpito perfecto y una carita de niña. Tenía los cabellos largos, lacios, rubios.
–¿Pintados, o naturales?
–Naturales. Estábamos en San Isidro, no en Vallecito.
–¿Te acuerdas cómo vestía?
–Sí. Tenía una faldita de algodón verde claro y un polito blanco.
–Como para hacer caer a cualquiera. ¿De piernas cómo era?
–Las tenía blancas, lampiñas, bien formadas. Cierro los ojos y la veo sentada a mi lado con las piernas cruzadas diciéndome con una vocecita de niña estoy sola en mi casa, mi marido está de viaje y me aburro a morir. Era tan blanquita que hasta se le notaban las venitas verdes de la piel.
–…
–¿Creo que te la estás corriendo con mi gringuita?
–…
–Dijo que se llamaba Gianinna. Tenía un apellido italiano que ahorita no me acuerdo.
–…
–Te vas a cagar los pulmones de tanto jalarte la tripa.
–¿Tú nunca te la corres?
–A veces.
–¿En nombre de la gringuita?
–Ah. Es la mujer más linda que conocí. Martha, July, Mili, Tania, Karem, a su lado son Laura Bozzo.
–Tú eres un loco. Cómo se te ocurre cambiar a una mujer por un libro que ahora debe estar apolillándose en algún rincón de tu casa.
–Mejor me voy a dormir.
–¿Me puedes contar una película para agarrar sueño?
–No sé ninguna. Hasta mañana. Sueña con la libertad.
–Mejor con la mujer araña.
–Dale un beso de mi parte.
–Ya.
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Este cuento obtuvo una mención de honor en el Concurso-Taller de El Escriba, Argentina, en noviembre del 2007

Amistad/Dinero

Tengo un "amigo" desde los tiempos de la secundaria. Siempre venía a conversar, a chatear, a contarme sus aventuras. A pesar que se casó, seguíamos siendo amigos. Un día gané un concurso y me dieron un dinero. A ver si me prestas cien dólares, me dijo. Me acompañó a la premiación. Si quieres te acompaño para que cobres tu cheque, me dijo. Yo andaba ocupado. Vino todas las noches de una semana, cosa que no hacía nunca. Finalmente le di la mitad de lo que me había pedido. Según contó, se había ido de putas y gastado el presupuesto del mes, si no le prestaba, iba a tener problemas con su mujer. Pasó un mes, pasaron dos meses, y ya son 21 meses desde que no me paga. Antes venía religiosamente todos los sábados, hoy viene de vez en cuando, la penúltima vez vino después de dos meses. Vaya amigo. Un tiempo estuvo con el cuento que iba a poner un negocio, un pequeño restaurante. Venía y me pedía los clasificados de El Comercio y me decía que había estado no sé dónde buscando un local, siempre hablaba de dinero, supuestamente su hermano se lo iba a financiar, hasta que se olvidó del asunto. Después dizque su hermano iba a comprar un local para que hagan un restaurante, le iba a poner cincuenta mil dólares, al final tampoco quedó en nada. Ahora pienso que este sujeto estaba esperando que yo le diga yo pongo el dinero y somos socios, ¿qué te parece? Hace unos meses se apareció después de un buen tiempo. Me puso un papel en la mano. Era para que le garantice un préstamo por unos mil quinientos dólares sin intereses. Menos mal que yo tenía otras garantías. No puedo, le dije. Como los maestros tenemos préstamos sin aval, me dijo sácalo para mí, todos los meses te voy a pagar puntualmente, en julio y diciembre te pago el doble. La penúltima vez que vino me dijo que solo había recibido novecientos soles con todo y gratificación. Suspiré aliviado pensando a este nunca le vuelvo a prestar ni un centavo. Le doy la plata, el primer me paga porque no se lo gató todo, el segundo mes viene con las excusas: que mis hijos se enfermaron, que mi esposa está mal, etc. Ah, y el muy fresco a veces se llevaba mis películas y nunca me las devolvía. Buen amigo, ¿no? Yo no le pido lo que me debe porque sé que así no me volverá a pedir otro préstamo, o tal vez cuando termine mi garantía vuelva a insistir con el dinero para su techo, ¿no? Y más todavía: siempre decía tus novecientos soles refiriéndose a mi sueldo, no sé de dónde sacó que los maestros ganamos esa cantidad, es un poquito más, pero él lo decía y repetía con ironía.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Un corazón herido


Un corazón herido
es lo que dejaste con tu partida,
todo el amor prometido
se termina con tu ida.

Las promesas
fueron aire,
ya no interesan,
hasta para llorar es tarde.

Tantos besos,
tantas caricias,
tantos sueños,
todo era mentira.

Un corazón herido
por las promesas que hiciste
y no has cumplido.
Un corazón que tú heriste.

Pisoteado como un estropajo,
olvidado como casi todas las promesas
que has formulado.
Un corazón que ya no te interesa.
Y un par de videos para la ocasión.
Un cover de "Si tú no estás" de Rossana. Esta chica lo canta precioso.
Y "Me cuesta tanto olvidarte"
La chica se llama Marce

martes, 3 de febrero de 2009

Hospital

Hoy fue otro día que me pasé en el hospital Almenara. Primero estuve en el hospital de Vitarte. De allí partí a Lima. En Referencia me dieron una cita a Oncología y luego me mandaron a Rayos X, de aquí me mandaron a otra sección donde solo antendían de 8 a 8 y media y de 12 a 12 y media. Eran las nueve de la mañana. ¿Regresarme a mi casa, a Vitarte? Decidí hacer tiempo en el hospital, donde también estuve hace cinco años atrás haciendo los trámites para operarme de los riñones. Casi todo sigue igual. Lo único que ha cambiado es la vieja avenida Grau que ahora es un zanjón. Por esas mismas escaleras subía mamá cuando me operaron y me iba a visitar, por esos mismos pasillos iba yo con mis dolores a cuestas. Cinco años ya han pasado desde aquellos días en que yo presentía la muerte. Compré La República y me senté en un banco a esperar que dieran las doce. Ya me había cansado de caminar. Estamos en verano, un verano de infierno. A las doce fui a hacer mi colita. Era el segundo. Menos mal que el doctor fue puntual. A las doce y cinco me dijeron que me faltaban, mejor dicho, le faltaban a mi papá, él resultado de otros análisis para que le dieran esa cita. Bueno, regresé a Vitarte. Papá estaba que se quejaba de la picazón. Ya quiere regresarse a casa. Si voy a morir, quiero que sea en mi casa, dice. Ya no me duele nada, solo me pica. Pero no entiende que está mal, que ese color amarillo de sus ojos y de su cuerpo no es normal. Solo nos queda tener paciencia.

La sirena


Una sirena cabalga los mares
esta noche.
Canta.
¿A quién llama?
Retoza en la arena blanca.
Gime.
Hay un cerco de buganvillas
que no puede cruzar.
Hay asfalto
donde se pierden
las huellas de los caracoles.
Llora triste.

Para siempre


UNO

¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla! ¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla!, corea la masa de exaltados alumnos en su marcha hacia el rectorado. Los soldados miran en silencio, conteniendo la rabia, la manifestación. El teniente que los comanda, el futuro teniente Medina, tiene los ojos, y todos los sentidos, puestos en el alumno que dirige la protesta: enjuto de carnes, menudo, de cabellos largos, negros y ondeados, que le cubren el lado izquierdo del rostro. Lleva lentes a lo John Lennon. Piensa: al ex beatle Mark Chapman lo mató el mismo año en que la bestia dio su primer zarpazo: 1980: Chuschi, Cangallo, Ayacucho. Doce años ya de guerra contra un enemigo soterrado, invisible, que arroja el petardo y oculta las garras. No, no eran abigeos como dijo Belaunde. La quema de esas once ánforas electorales fue el despertar de la bestia, fue el Inicio de la Lucha Armada (el ILA 80). Una bestia con un millón de tentáculos. Este estudiante, un tentáculo más de la bestia, viste todo de negro: jean, chompa Jorge Chávez, ¿no se sancochará con semejante calor?, y botas. Chuschi: esos “abigeos” eran miembros del PCP–SL: Partido Comunista del Perú–Por el Sendero Luminoso de Mariátegui. Terrucos, comunistas, senderistas. Eran integrantes de la Primera Escuela Militar de Sendero Luminoso. Según los informes del SIN, el tipo que dirige la manifestación se llama Harold Gastelú Palomino, más conocido en La Cantuta como el compañero Agustín de Luisa, autor de poemitas rojos y feroces editoriales, director del clandestino Amauta, vocero oficial de los terrucos en La Cantuta. En el último número del pasquín, un colaborador, ¿el mismo Agustín de Luisa con otro seudónimo?, pedía la salida de las tropas de Acción Cívica acantonadas en la Ciudad Universitaria. ¡¡Pásame la C!!, pide a todo pulmón el tentáculo de la bestia. Son comunistas todos estos estudiantes que marchan ahora hacia el rectorado. Nos iremos de La Cantuta, sí, pero después de aplastarle la cabeza a la bestia. La bestia roja tiene cientos de tentáculos, miles de ramificaciones. ¿Cómo se llamaba ese cuento de la bestia de un millón de cabezas donde un cholito es engañado en su primera incursión a la ciudad capital que les hacía leer el profesor de literatura? ¡¡C!!, responde la masa. Así vas a gritar cuando te empecemos a amputar los tentáculos, cuando te empecemos a cercenar los miembros, piensa el teniente, el futuro teniente Medina, guardando en su memoria los rasgos del dirigente estudiantil: es el típico hijo de provincianos asentado en algún cerro de Lima: rasgos andinos, piel cobriza: cholito, indiecito, paisanito, serranito, llamita, auquenidito. Será fácil identificarlo: el viento ha movido sus cabellos y allí se ve la horrible cicatriz que le cruza la mejilla izquierda. ¿Por eso el cabello largo? ¿Por pudor? ¿Por eso el nombre de Agustín? Recuerda: a Agustín Lara, el mismo que le cantó a un hembrón Acuérdate de Acapulco, / de aquellas noches, / María bonita, María del alma, una puta le hizo una fea cicatriz, ¿con el pico de una botella o una chaira?, malográndole el rostro para toda la vida. Ah, ya, se llamaba El niño de junto al cielo. Esteban era el cholito. ¡¡Pásame la A!! El huevoncito. Así vas a gritar cuando te colguemos de las pelotas, piensa el futuro teniente Medina, camarada Agustín de Luisa, ¿no? El vivo era Pedro. El sabido. ¡¡Pásame la N!! El pendejito. ¿Por qué su segundo nombre será de mujer? Con los cholitos hay ser vivos como Pedro. ¿Luisa no era la terruca que le metió el tiro de gracia al almirante Cafferata? Tú me llevarás hasta la cabeza de la bestia. Los cholitos son bien astutos. ¿Dónde será su guarida? ¡¡N!! Ladinos. ¿Estará en Lima? Zorros. ¿En Ayacucho? Esteban fue la excepción. ¿En la selva quizá? ¿Estará vivo al menos? Algunos dicen que es un mito, que nunca existió. Pero allí está su rostro, junto al de Marx, Lenin y Mao, en el comedor de esta universidad de cholos y resentidos sociales donde la bestia alimenta sus cuadros. ¿Qué dice? Su denominado Ejército Guerrillero Popular. El sol le calcina el cráneo rapado al futuro teniente Medina. Se hace llamar Presidente Gonzalo. ¡¡Cantuta!! Debe estar en Ayacucho, con toda seguridad. ¡¡¡No se escucha!!! En Ayacucho la situación sí está jodida. La Cuarta Espada de la Revolución Mundial. Muere un cholo terruco, brotan diez de la tierra como ichu: fortalecidos ante la adversidad. ¡¡¡CANTUTA!!! Ni sabes quién es el enemigo: todos los cholos son parecidos. ¡Palmas, compañeros! Todos te miran de reojo. ¡¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla!! ¡¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla!! Lo más bravo era salir de patrulla. ¿Agustín de Luisa también será el autor de semejante estribillo? Una emboscada y te mataban como perro. Con toda seguridad: este terruco no es del montón: ha ganado varios premios literarios, incluyendo uno de novela política. De Ayacucho a La Cantuta. Si no lo exterminan, con toda seguridad algún día estará en el Comité Central del Partido. Ahora se está puliendo, está haciendo méritos. Es jodido andar en busca de un enemigo que no da la cara, que se mimetiza con la población. El teniente observa otros rostros, la bestia tiene tantos tentáculos, graba gestos, hay que atacarlo por todos los flancos, puños en alto, alguien debe saber dónde está su guarida, timbre de voces, hay que aplastarle la cabeza, descarta a los pusilánimes, a los que están allí de relleno, la bestia está buscando su llamado Equilibrio Estratégico entre sus huestes y las del Estado, a los que se han colado en la marcha para no perder su plato de frijoles, ¡Equilibrio Estratégico!, se sonríe para sus adentros el futuro teniente Medina, la bestia controla el comedor universitario, por un rincón en el dormitorio estudiantil, pero podría ser, ¿quién no vive en zozobra ahora?, la bestia lo controla todo. ¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla! ¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla! La guerra ya no es solo en el campo, sino también en la ciudad. Parece una célula maligna haciendo metástasis. Del campo a la ciudad, estrategia de Mao. Guerra prolongada. En ese instante un poderoso estruendo sacude los cimientos del cerro Talcomachay. El futuro teniente Medina desenfunda su pistola, a ver, den la cara, terrucos de mierda, sus hombres rastrillan sus armas. Por él, le metería bala a todo el mundo, pero ya se sabe que los tentáculos de la bestia se regeneran a la velocidad de la luz: inútil derramamiento de sangre en El Frontón y Lurigancho. Tantos pueblos arrasados en la zona de emergencia por gusto. Cholo que entra a Los Cabitos, no sale, ya ni hay sitio para enterrarlos, pero siguen llegando como cancha. Los terrucos salen fortalecidos de cada genocidio, masacre. Los estudiantes aplauden con más ganas. Hay que llegar a la cabeza. ¡Los muy hijos de puta! Esa es la consigna de las fuerzas que defienden al Estado: aplastarle la cabeza. Lo demás sirve de muy poco. Empiezan a entonar Flor de retama. Hay que impedir que se regenere. Vengan todos a ver, ay, vamos a ver. Otro estruendo. Vengan todos a ver, ay, vamos a ver. Son doce años de guerra ya. En la Plazuela de Huanta, amarillito flor de retama. ¿Qué hacemos, mi teniente? Amarillito amarillando, flor de retama. Tranquilo nomás, Quispe. Donde la sangre del pueblo ahí se derrama. ¿A cuántas cholas mató y violó en Huanta y sus alrededores? Allí mismito florece, amarillito flor de retama. Terrucas de mierda. Amarillito amarillando flor de retama. Para traer terruquitos al mundo sí son buenas. Por Cinco Esquinas están, los sinchis entrando están. Este soldadito tiene apellido de terruco: Quispe. Van a matar estudiantes huantinos de corazón, amarillito amarillando flor de retama. La guerra le ha enseñado que hay que desconfiar hasta de su sombra, peor de los cholos, de los serranos. Van a matar campesinos huantinos de corazón, amarillito amarillando flor de retama. De los indios. La sangre del pueblo tiene rico perfume. ¿Por eso la derraman sin piedad? ¿Les metemos bala, mi teniente? Por gusto El Frontón, Lurigancho, Cayara, Putis, Accomarca. Tranquilo nomás, Quispe. Cómo cantan los mierdas. ¡Bala, mi teniente! He dicho que tranquilo nomás, Quispe. La bestia lo está provocando. La bestia de mil ojos y mil oídos. ¿Querrá inducirlo al genocidio? El hongo de polvo se eleva hacia las alturas. Según el SIN, el terruco ese nació en Chincho, Huancavelica, de donde también son sus padres, y vivió sus primeros años en Huanta, Ayacucho. Es un petardito nomás. Ahora vive en La Realidad. En Ayacucho ha escuchado centenares de dinamitazos. Es una zona roja. Estos huevones deberían de ir a foguearse allá. Es amigo de Margarita, Chanca, José Picón, Lidia y Melba. Ayacucho es un campo de batalla. La sangre del pueblo tiene rico perfume. De qué perfume hablan, terrucos de mierda. Todos ellos están metidos en Amauta. La masa de enardecidos alumnos llega al rectorado, pide la presencia de Ramos Geldres. Allá los cadáveres son pasto de los perros y cerdos. Huele a jazmines, violetas, geranios y margaritas. ¡¡El comedor es un derecho, no un privilegio!!, corea ahora la masa, los tentáculos de la bestia. Tú me llevarás a la guarida de la bestia. El tipo del chuzo en la cara y cabellos largos saca de su bolsillo una hoja de cuaderno doblada en cuatro y empieza a leer con potente voz. ¡Ese es Haciendo cola para el almuerzo! Arrastra las erres. Parece francés. Una secretaria de artificiales cabellos rubios se asoma a la ventana del segundo piso y, haciendo bocina con sus blancas y cuidadas manos, les dice el señor rector está ahora en plena reunión en la Asamblea Nacional de Rectores y recién se reincorporará a sus labores en la universidad el día lunes. ¿Por qué escondes a ese perro yanauma?, le escupe alguien en la cara. Ella no sabe qué decir. Ve una piedra cruzando el espacio y mete la cabeza antes que el vidrio estalle en un millón de fragmentos. ¡¡Bala, mi teniente!! ¡Calma, huevón! Una lluvia de piedras rompe el resto de vidrios mientras en el cerro Talcomachay explotan más petardos ¡A pólvora y dinamita, carajo! Los soldados se repliegan hacia su base perseguidos por los aplausos de los estudiantes. ¡¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla!! ¡¡¡Fusil, metralla, La Cantuta no se calla!!!, corea, se ríe, la bestia.
***Primer capítulo de la novela "Para siempre" que, con el título de "Cadena perpetua", obtuvo el Premio Pasacalle 2008 de Novela Política. Espero su pronta publicación.