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jueves, 23 de abril de 2009

Los vampiros de La Realidad

Los primeros habitantes llegaron a La Realidad huyendo de la ocupación del ejército chileno. Entonces la distancia entre el valle y la capital era enorme, había que cruzar un enmarañado monte infestado de fieras y un caudaloso río. ¡Quién se iba a imaginar que un siglo y medio después todo se llenaría de cemento e hidroeléctricas! Irónicamente, estas están ahora en manos de nuestros antiguos enemigos. Entre ese grupo de personas estuvieron los Helder; nadie sabía de dónde habían salido, pero destacaban por su belleza física: gente de tez blanca, ojos claros y cabellos rubios y su hablar extraño, una mezcla de español y un idioma desconocido. Eran cuatro: papá, mamá y una niña y un niño. Desde un comienzo, esta familia se comportó de una manera extraña: buscaron para habitar un lugar aislado y alejado, casi nunca se les veía en el pueblo. Un día ocurrió un crimen en las afueras del pueblo, camino a la estancia de los Helder: José, un chico que presumía de sostener amoríos con Marianne Helder, fue hallado muerto con orificios en el cuello y sin una gota de sangre en las venas. ¿Qué animal habría hecho eso? Ningún animal conocido. A esa muerte siguieron otras, y otras. Había que hallar un culpable, y todas las miradas apuntaron a esa familia tan extraña. Son brujos, dijo alguien. Practican el incesto, añadió otro, por eso papá Helder ha matado al amante de su hija. Son vampiros, dijo uno que había estado alguna vez en Europa y escuchado la leyenda del Empalador de Transilvania, ¿acaso se les ve de día?, ¿y ese idioma con el que se comunican entre ellos? Alguien aseguró haber visto a papá Helder merodeando el pueblo a altas horas de la noche. La chusma, enardecida, decidió hacer “justicia” con sus propias manos y acabar con los que, supuestamente, estaban cometiendo esos crímenes. Los cuatro Helder fueron muertos con una estaca clavada en sus corazones. Fueron enterrados en el patio de su casa. Unos años después, la peste arrasó con casi toda la población de La Realidad. Los muertos fueron enterrados al lado de los supuestos vampiros, lejos del pueblo, como si también fuesen malditos. Con los años, y cuando La Realidad creció, el lugar se convirtió en el cementerio oficial. Alguien, no se sabe quién, construyó un mausoleo para los Helder, ¿se dieron cuenta que habían cometido un error? Cuando éramos niños y había algún muerto en el pueblo, solíamos acompañar al cortejo y siempre íbamos a ver la tumba de los “vampiros” cuya historia nos habían contado nuestros abuelos. Pero un día dejé de ir, perdí el encanto de visitar la tumba de los Helder, murieron amigos, vecinos, y nunca iba, veía de lejos nomás el cortejo fúnebre, hasta que murió mamá y siempre la visitaba. Cuando cumplió un año, fui con un amigo y allí nos agarró la noche bebiendo para despedir el largo periodo de duelo. Entonces recordé a los vampiros cuya historia pobló mi niñez. Fuimos a buscar su mausoleo. Allí estaba, carcomida por el paso de los años y la malahierba. ¿Sería cierto que los mataron ensartándoles estacas en el corazón? Quizá con el paso del tiempo la gente fue exagerando, haciendo añadidos a esa antiquísima historia. Verifiquemos, dijo mi amigo, animado por el alcohol. No sin esfuerzo, utilizando un fierro como palanca, destapamos los cajones. Allí estaban los cuatro, intactos a pesar del paso del tiempo. Solo tenían manchas de sangre y la ropa agujereada en el lugar donde supuestamente les clavaron las estacas. Marianne Helder parecía una princesa dormida: era hermosísima, tenía las pestañas largas, los labios rojos como si acabara de beber una copa de sangre, la piel lozana y los cabellos largos y rubios. Los lamparones de sangre aun parecían frescos en el vestido blanco como de novia que tenía por mortaja. Antes de cerrar el ataúd, no resistí la tentación de acariciarle el rostro. Así lo hice. El corazón me dio un brinco: todos los muertos que había tocado hasta entonces parecían témpanos de hielo, en cambio, el rostro de Marianne estaba tibio, podía sentir en la yema de los dedos la sangre que fluía en sus venas.

2 comentarios:

  1. ¡¡Fantástico!! Me ha encantado. Una historia de vampiros atrapante y muy realista. Yo creo en ellos.
    ¡Cariños!

    Carolina

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  2. Me gusto.
    Las historias de vampiros me atrapan.

    besos.

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