No quiero a una mujer para tenerla atada a mi corazón, a mi cama. Si un día le brota alas, allí tiene abierta la ventana para que regrese al cielo que dejó para cobijarse un instante en mi regazo.
Aún de manos atadas, cuando las alas crecen, nada nos detiene, ya que el cuerpo se torna tan sutil y liviano, que podemos salirnos de cualquier atadura. La cuestión es que las alas crezcan, y ese germen está en el espiritu a donde nadie mas que una puede llegar.
Aún de manos atadas, cuando las alas crecen, nada nos detiene, ya que el cuerpo se torna tan sutil y liviano, que podemos salirnos de cualquier atadura.
ResponderEliminarLa cuestión es que las alas crezcan, y ese germen está en el espiritu a donde nadie mas que una puede llegar.
Cariños.