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domingo, 12 de diciembre de 2010

Amores digitales

Este es un cuento de mi libro "Historias urbanas", Premio Horacio 2004
Si no haces preguntas, no oirás mentiras, JAMES JOYCE, Ulises

Tú crees todo lo que te cuento, CARLOS FUENTES, Cambio de piel

–Lee este poemita, Minina: Llegará nuevamente la primavera, / se repetirá otra vez el verano, / en la playa cantarán las sirenas, / pero tú ya no estarás nunca más a mi lado (Gatita).
–…
–¿Estás por ahí, Gatita, o te fuiste a cazar ratones?
–Tus poemas siempre me hacen llorar, Agus.
–Toma este pañuelo y seca esos ojitos que se te ve fea con la carita llena de lágrimas.
–Ay, Agus, tú siempre me haces reír y llorar.
–Vivir conmigo sería divertido, ¿no?
–Mmm.
–¿Qué significa mmm, Minina?
–No sé…, tantas cosas.
–¿Y cómo te va en tus cursos?
–Ahí, pataleando. Tú sabes que yo no soy tan inteligente como tú.
–Llegaste tarde a la repartición de cerebros y te pusieron después de la Chuchi Díaz.
–Jajá, tampoco tampoco.
–Pero todo depende de ti, Gatita. Todas las cosas son posibles si te esfuerzas aunque sea un poquito.
–Eso es lo que me está enseñando la vida, amigo.
–Ya verás que un día vas a ser la número uno de tu facultad.
–Ojalá. Y como ahora me muero de sueño y mañana tengo que madrugar, me voy a mi camita.
–¿Tan temprano?
–Sí, amigo. Ya me pesan los ojos.
–Bueno pues, hasta mañana. Que sueñes con los angelitos.
–Tú también, Agus. Chau.
–Chau, amiga.
***
–¿Y cómo te fue hoy, Minina?
–Bien, Agus. Me la pasé descansando.
–¿Qué haces los sábados, amiga?
–Duermo hasta tarde, limpio mi cuarto, lavo mis trapos, ayudo a mi mamá, leo El Comercio. En Somos hay una sección llamada El test de Prouts, ¿te hago preguntas de allí?
–Si gustas. Adelante con tu interrogatorio, cazadora de ratones, pero no me hagas preguntas indiscretas, ¿OK?
–De acuerdo, amigo. ¿De qué equipo eres?
–Del otro.
–¿Qué dijiste?
–Que esa pregunta no está en el test.
–Pues yo quiero que esté.
–Ya te contesté, entonces (Gatita caprichosa).
–Bien, continúo: ¿cuál es tu pasatiempo favorito?
–Conversar con cierta minina, ¿y el tuyo?
–Me halagas, amigo. Lástima que yo no pueda decir lo mismo.
–…
–¿Agus?
–…
–¿Estás ahí, amigo? Estaba bromeando.
–Ojalá. Sigue con tus preguntas, Gatita bromeadora.
–¿Qué sería para ti la felicidad perfecta?
–Conocer en vivo y en directo a cierta micifuz. ¿Y para ti?
–Pasarme durmiendo todo el día.
–Media flojita eres, cazadora de pericotes.
–Ay, Agus, si supieras que hace días, mejor dicho noches, apenas duermo un par de horas.
–¿Problemas de insomnio, Gatita?
–No, amigo; son por los estudios. En la universidad me dejan trabajos hasta por gusto.
–Ah, era por eso. Yo ya te iba a mandar mi Manual del sueño rápido por el doctor Agustín, especialista en problemas del sueño femenino y gatuno.
–¿Y es efectivo su manual, “doctor”?
–Cien por ciento, mi estimada paciente y cliente. Dígamelo a mí que todas las noches duermo a pierna suelta como un inocente angelito.
–Quién como tú, amigo; te envidio.
–Gatita, tienes que cuidarte, no te vayas a enfermar por tanto estudiar. Tú sabes que el cerebro no es de acero; acuérdate que hasta las computadoras se cuelgan. No se te vayan a cruzar los chicotes y terminas en el Larco Herrera. ¿Te estás alimentando bien?
–Como bastante, Agus. Trago como chancho con hambre.
–Me imagino que estarás gordita. ¿Cuánto pesas?
–Adivina.
–¿Sesenta kilos?
–Un poco más.
–¿En serio?
–Claro. ¿Por?
–A mí me gustan las delgadas.
–¿No te gustan las gorditas?
–No. Me caen pesadas. Tendrás que hacer dieta. Máximo te acepto con cincuenta kilos.
–No te asustes por gusto. Soy delgadita.
–Menos mal, porque yo ya te iba a mandar mi famoso Método para bajar de peso sin comer un mes por el médico y nutricionista Agustín, especialistas en gordas, cerdas y chanchas.
–Tú quieres exterminar a las gordas, amigo.
–Habría más comida en el mundo sin ellas, ¿no?
–Tienes razón. Continúo con mis preguntas: ¿cuál es tu mayor defecto?
–La tengo chica.
–¿Qué?
–Mi oreja derecha.
–¿Por?
–Se parece a la de Dumbo.
–Si quieres, te la igualo con mi tijera.
–Bien mala eres, Gatita.
–Amigo, te quiero hacer un gran favor sin cobrarte por mis servicios, y todavía te quejas. No te entiendo.
–Así estoy bien, amiga. He aprendido a quererme con todos mis defectos y virtudes.
–Al menos voy a tener paraguas gratis.
–Ah. ¿Y de ti cuál es tu mayor defecto?
–No sé, tendría que mirarme en el espejo.
–Mejor mírate en mis ojos…
–De repente eres ciego o tuerto, Agus.
–Por si acaso, tengo un ojo azul y el otro verde que cambian de color con las estaciones. Mis fans dicen que ese es mi mayor atractivo.
–Solito te echas flores, Agus.
–Si yo no me quiero, ¿quién me va a querer, ah?
–Alguien te querrá.
–Ojalá.
–Continúo con mi interrogatorio antiterrorista: ¿en que ocasiones mientes, amigo orejas de pachanga?
–Nunca.
–¿Nunca nunca? Eso es imposible.
–Bueno, alguna vez habré dicho una mentirita sin darme cuenta.
–Y sin darte cuenta te creció la nariz como Pinocho.
–Ah. Ahora la tengo grandota. ¿Y tú nunca mientes, Gatubela? Porque las mujeres sois mentirosillas por defecto.
–No todas somos iguales, Agus.
–Pero sí la gran mayoría.
–Menos yo.
–Ojalá, porque me daría cuenta y te sacaría de mi vida sin contemplación alguna, amiga.
–Por lo visto, has tenido mala experiencia con las pinochas, Agus.
–Ah. Tenía una amiga, entre comillas, que me mentía hasta por gusto.
–Y fijo que lo peor era que no sabía mentir, ¿no?
–Ah. Solita se delataba: un día me decía una cosa, otro día me decía otra cosa.
–Aparte de mentirosa, tenía mala memoria.
–Sufría un poco de la cabeza. Alucinaba tonterías: que iba a ser feliz en la otra vida, que nunca iba a olvidar a su primer amor, etc.
–Pobrecita tu amiga.
–Ni le tengas pena porque en el fondo era una mala mujer y tenía bien merecido todo lo que le pasaba.
–Me estoy dando cuenta que tú eres bien malo, Agus.
–Yo soy una combinación de Jason, Freddy Kruger y Chuqui. Algún día te lo demostraré.
–Ay, mamita, qué miedo. ¿Cómo terminaste con tu amiga? ¿Le cortaste el pescuezo?
–Hubiera querido, pero no valía la pena. Cuando lloraba yo pensaba esas lágrimas son de cocodrilo y la consolaba de a mentiritas.
–Entonces tú también mentías.
–Empujado por las circunstancias. Porque yo no seré religioso, pero mi conciencia no es un calzón que se lava los domingos rezando hasta por gusto.
–¿Nunca le reclamaste por mentirte? Porque los amigos estamos para decirnos nuestras verdades.
–Sí, pero no le importaba. Ella decía que podía hacer con su vida lo que quisiera.
–Por lo visto estaba bien loca.
–Ah, pero ya no hablemos de esa persona que no vale la pena. Para mí ya no existe.
–Como quieras, amigo. Sigo preguntándote: ¿cómo te gustaría morir?
–Atravesado.
–Gracioso.
–La verdad es que nunca me he puesto a pensar cómo me gustaría morir. ¿Y tú, Gatita?
–Tampoco. Ya cuando llegue el momento, lo pensaré.
–Te va a faltar tiempo.
–Eso es lo malo, pero qué importa, ya veré cómo me las ingenio. Continúo: si te murieras y se te permitiera volver convertido en otra persona o cosa, ¿cuál crees que serías?
–Tu almohada.
–Gracioso.
–En serio, Minina. ¿Y tú?
–No lo he pensado; como eso es imposible.
–¿Y entonces por qué me lo preguntas a mí?
–Por simple curiosidad.
–Bien graciosa eres, Gaticuriosa.
–Ah. Continúo: ¿qué talento te gustaría tener, Agus?
–Tocar la guitarra como los ángeles.
–Que yo sepa, los ángeles tocan la trompeta.
–Pues yo quiero tocar la guitarra.
–Entonces cómprate tu guitarra y practica.
–Eso es lo que voy a hacer para llevarte serenata el día de tu cumpleaños.
–Mi mamá te va a echar agua.
–Con tal que no sea agua hervida.
–Bueno, esta niña se va a dormir. Otro día continuamos. Chau, Agus.
–Todavía es temprano.
–Pero me muero de sueño. Chau.
–Bueno, chau, Gatita. Sueña con los ángeles.
***
Gatita:
Hola, ¿cómo estás? Espero que muy bien. Te mando estos versitos que escribí ayer: Hasta el tiempo está triste, / el cielo se ha vestido de colores grises, / los jardines se pueblan de hojas muertas/ y tú (Gatita) no estás cerca.
Recibe muchos saludos de Agus
***
Hola, Agus:
Gracias por tu poema, está bonito. ¿En quién te inspiraste? No me digas que estás más templado que las cuerdas de una guitarra Falcón. Se nota que estás sufriendo por alguien, pícaro. ¿Quién ha sido la mala que te ha choteado? Insiste, no te des por vencido así nomás. Te mando una postal que espero que te guste.
Arrivederci
Gatu(bella)
***
Querida Minina:
Hola, ¿cómo estás? Espero que muy bien. Gracias por darme aliento, y por la postal, estaba bien… horrible. No, mentira, está bien bonita, tú sabes que a mí me encantan los paisajes marinos, aunque hubiera sido estupendo que la postal tuviera una sirena de espectaculares 90-60-90 para deleitarme los ojos, pero en fin, tanto tampoco puedo pedir. Me alegro que te haya gustado mi poemita. ¿Que en quién me inspiré? Pues adivina: en cierta minina que todavía no me ha choteado; el triste día en que lo haga, tomo racumín, me cuelgo de un árbol, me tiro del Puente Villena. Bueno, amiga, estudia, pero no bastante, cuídate, y chau.
Se despide de ti
Agus
P.D.:
Abrígate bastante
***
Agus:
Hola, ¿qué tal, cómo estás? Espero que muy bien. Gracias por lo de abrígate bastante, tú también. Está haciendo mucho frío, ¿no? Y peor por las madrugadas, siento que mis pobres huesos se congelan, ¿así será la Antártida? Últimamente estoy durmiendo con doble pijama y cinco frazadas. Cambiando de tema: oye, Agus, ¿no serás tan, pero tan… como para matarte por una mujer, no? La vida es hermosa, y si hoy estás sufriendo, mañana serás feliz, porque a un día con lluvia, sigue otro con espléndido sol. El amor nos llega a todos cuando menos lo pensamos, amigo, no desesperes y mira el mañana con esperanza, ¿está bien? No me gustaría ver a mi amigo colgado de un árbol como una piñata. Saca esas ideas negativas de tu cabeza y sigue adelante.
Chau
Gatu(bella)
***
–¿Qué tal, Agus?
–Aquí, Gatita, más o menos. ¿Y tú cómo estás?
–Aquí, preocupada por ti. ¿Son ciertas tus intenciones de tirarte del Puente Villena por una fémina (que espero no sea tu ex amiga, la mentirosa, para más señas)?
–…
–No serás tan sonso, ¿verdad?, porque mujeres hay hasta por gusto. ¿No dicen que a cada hombre le corresponden seis o siete mujeres y de yapa un cabrito? Uff, tienes hasta para escoger.
–Mi corazón ya escogió, Minina…
–Pero tienes que pensar con la cabeza, Agus, no con el corazón, porque si piensas con ese órgano, te fundiste.
–El que ama, siempre pierde, ¿no?
–Así es el juego del amor, amigo, lamentablemente.
–¿Y qué me aconsejas?
–Que sigas viviendo, y paciencia, ya lograrás ese amor que hoy te es esquivo…
–…algún día.
–Ajá. Poco a poco se llega lejos, ¿no?
–Mmm. ¿Y cómo te va en tus estudios?
–Bien. En mi último examen me saqué una de las notas más altas de mi salón.
–¡Felicitaciones! Así dices que no eres inteligente. Te lo tenías bien guardadito.
–Gracias, Agus.
–¿Cuándo lo vamos a celebrar?
–Cualquier día, yo te aviso.
–Ya.
–Bueno, ahora sí me voy a dormir tranquila. Hasta mañana, Agus.
–Hasta mañana, amiga, y sueña con los angelitos.
–Tú también, y ya no pienses tonterías.
–Ya. Chau.
***
–Hola, Agus.
–Hola, Gatita.
–Puntual como siempre.
–Tú sabes que la puntualidad es uno de mis mayores defectos.
–Al contrario, es una virtud.
–Ni creas, Minina. Cuando quedo con alguien para una determinada hora y no llega, la impaciencia me empieza a atormentar.
–Y te salen ronchas por todo el cuerpo, te falta el aire.
–Ajá. Pienso que de repente a esa persona le ha pasado algo.
–Tú te atormentas por gusto, Agus. Al que le va a pasar algo es a ti por preocuparte sin tener motivos. Tú sabes que casi todos somos impuntuales.
–Conmigo tienes que ser puntual como un reloj suizo, Minina.
–Ya, jefe. Desde hoy trataré de llegar siempre temprano al trabajo.
–Más le vale, señorita caza roedores, porque no se vaya a quedar en la calle por dormilona.
–¿Y si tengo algún plancito mañanero por ahí?
–Más te vale que no lo tengas, porque te cae tas-tas en el popó si te descubro planeando en algún callejón oscuro.
–Jajá. ¿Tú eres celoso, Agus?
–Recontra.
–No me dejarías salir ni a la esquina.
–¿Qué vas a hacer en la esquina?
–A chismosear con mis amigas.
–En las esquinas solo están las mujeres malas, Minina. Mejor vete a una esquina del Hospital, así de paso ganas tu billete y no estás perdiendo tu tiempo.
–Las buenas tenemos que estar temprano en nuestras casas, ¿no?
–Claro. ¿O no tienes nada que hacer para estar perdiendo tu tiempo en los callejones?
–¿Si estoy contigo, supongamos, y te traiciono, Agus?
–Te corto el pescuezo con mi machete.
–Mejor me quedo sola, por seguridad.
–Son bromitas nomás, no te las vayas a creer, Gatita fiel.
–Ojalá.
–¿No quieres probar?
–No. Mejor me voy a dormir. Chau, Agus, hasta otro día.
–Chau, Gatita. Sueña con los angelitos.
***
–¿Y qué tal te fue este día, Minina?
–Bien. Fui a ver Paloma de papel y Freddy versus Jason.
–¿Solita, o mal acompañada?
–Sola. (Pobre de mí.)
–Cualquiera avisa.
–Fue sin planificarlo. Mis clases terminaron temprano, y como me dolía un poco la cabeza, decidí ir al cine para relajarme un poco.
–Es bueno que te distraigas de vez en cuando, amiga
–¿Y tú no vas al cine, Agus?
–Yo no tengo tiempo ni para ir a la esquina.
–Yo te estoy diciendo al cine, no a la esquina. ¿Para qué quieres ir a la esquina?
–Era un decir.
–Bien que te creo, frecuentador de esquinas.
–Ay, Minina, tú eres bien fregada.
–Ya me estás conociendo.
–Si te invito al cine para conocerte más, ¿aceptas?
–Esta semana estoy recontra ocupada.
–¿Y la otra?
–Yo te aviso.
–Ya. Lee el siguiente poemita que se me acaba de ocurrir: Mi corazón tiene una pena, / mis ojos tienen lágrimas, / mi alma va por las calles desiertas / con un vacío en la mirada.
–Tú siempre tan romántico, amigo.
–Ya parece enfermedad.
–Bueno, me voy a dormir, estoy que me muero de cansancio. Hasta otro día. Chau.
–Chau, Gatita, cuídate.
***
–¿Qué clase de música escuchas, Agus?
–Vivaldi, Bach, Beethoven, Mozart.
–Qué aburrido eres.
–No. Mentira. Escucho a Leonardo Favio, Leo Dan, Perales, Juan Gabriel, etc.
–Pura gente antigua nomás.
–Mmm. Pero no me vas a negar que las canciones de antes eran mejores que las de ahora; más románticas, más tiernas, que te llegaban directo al corazón.
–Tienes razón, porque las canciones de ahora son más atrevidas.
–Puro chuculún nomás.
–Ah, como para perrear.
–¿Y tú qué clase de música escuchas, Gati?
–De todo: Agua Bella, Axé Bahía, Sonia Morales. ¿Te gustan?
–No. Me dan dolor de cabeza.
–¿Ni para bailar?
–Hace tiempo que no voy a una discoteca.
–Deberías ir.
–¿Vamos?
–Este fin de semana estoy recontra ocupada. No voy a tener tiempo ni para buscarme los piojos.
–Bueno, tú me avisas cuando termines de despiojarte, de sacarte las pulgas, las garrapatas, los chinches, ¿ya? Chau.
–No es para que te molestes, Agus.
–No estoy molesto. Mírame: estoy sonriendo de oreja a oreja. Chau.
–Agus…
***
–Hola, Minina, ¿qué tal?
–Bien.
–¿Cómo te fue este día?
–Bien.
–¿Creo que estás molesta?
–¿Molesta yo? Claro que no. Mírame: estoy sonriendo de oreja a oreja: jajá.
–Disculpa, amiga.
–No acepto tus disculpas.
–¡Por favor, Gatita linda!
–¡No!
–Tú eres buena, Gatita. Si quieres, me pongo de rodillas.
–¿Y puedo poner chapitas en el suelo?
–Chapitas, tachuelas, clavos, pero discúlpame, ¿sí?
–¿Me prometes que nunca más volverás a tratarme como la otra vez?
–Te lo prometo. Pero tú también no seas tan choteadora.
–Es que no tengo tiempo para nada, Agus. Estoy recontra ocupada. Por mí aceptaría encantada salir a pasear, a bailar, pero con las justas tengo tiempo para estudiar.
–Hasta que te vuelvas loca.
–Es el riesgo que tengo que correr si quiero ser alguien en la vida, ¿no?
–Pero también tienes que divertirte de vez en cuando.
–Lo sé, Agus, y gracias por preocuparte por mí.
–Algún día será, ¿no?
–Mmm. Bueno, me voy a dormir. Chau, Agus.
–Chau, Gatita. Cuídate, y no estudies mucho.
–Ya, Agus. Chau.
***
–Hoy estuve en Chosica.
–Y no invitaste.
–Disculpa. Fue sin planificarlo. Vinieron a buscarme unos amigos y nos fuimos.
–¿Amigos de 90-60-90?
–Ya quisiera yo haber ido con una chica.
–Ya llegará ese día.
–Ojalá.
–Quién como tú que has disfrutado de un día de sol.
–¿Vamos el otro domingo?
–Voy a ir con mi mamá a visitar a una tía que está enferma.
–¿No digo yo que uno las invita y ellas no quieren?
–No es eso, Agus…
–Tú quisieras ir, pero tienes que acompañar a mamita, ¿no?
–En las vacaciones voy a tener tiempo hasta por gusto.
–Hasta que lleguen tus vacaciones dónde (diablos) estaré yo.
–¿Y qué tal Chosica?
–Bastante calor.
–¿Y las chosicanas?
–Bonitas, lindas, hermosas…
–Te hubieras traído una.
–Hubiera querido, pero como mi corazón ya tiene dueña…
–…
–Algún día me compraré una casita por esos lares.
–Me avisas para visitarte. Se puede, ¿no?
–Claro. Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti.
–A ver si voy un domingo para disfrutar de un día de sol.
–Ya. Vienes cuando quieras. Yo encantado de recibirte en mi casa.
–Gracias. Ahora esta niña se va a su camita porque se muere de sueño.
–Entonces hasta otro día, Minina. Chau, cuídate.
–Tú también, Agus. Chau.
***
–¿Cuántos años tienes, Gatita?
–Eso no se le pregunta a las mujeres, amigo.
–Ya pues, Minina, dime tu edad.
–¿Cuántos años me echas tú, Agus?
–Por lo menos unos cuarenta.
–¿Qué comes que adivinas?
–¡…!
–¿Agus?
–…
–Te has quedado mudo.
–¿Tan tía eres?
–Qué más quieres, ya no soy una chiquilla inexperta, te puedo enseñar muchas cosas de la vida. ¿No dicen que gallina vieja da buen caldo, ah?
–¿En serio tienes tantos años?
–Claro que sí. ¿Por?
–Para buscar por ahí una nena.
–No me digas que eres roba cuna, Agus.
–No, pero mejor es la carne fresca, ¿no crees?
–Eres caníbal.
–Ah. ¿Cuántos años tienes? Franquéate, Minina.
–Veinte abriles.
–¿En serio, o me estás tomando el pelo?
–En serio. Tengo veinte añitos.
–Así está mejor. ¿Cuándo cumples los veintiuno para llevarte mariachis?
–En setiembre.
–Flor de la primavera que naciste / rodeada de espinas y cardos.
–Tú siempre con tus poemas, Agus.
–Ah. Tanta belleza me inspira…
–Bueno, yo me voy porque tengo un montón de tareas. Chau, Agus, hasta otro día.
–Chau, Gatita, cuídate.
***
–¿Y cómo eres físicamente, Gatita?
–Adivina.
–¿Como la Pamela Anderson?
–Ya quisiera yo tener esas ubres para alimentar a un batallón de niños hambrientos.
–¿Como la Thalía?
–Frío. Tan flaca no soy.
–¿Como la Paulina Rubio?
–Tengo los cabellos lacios.
–¿Negros o castaños?
–Castaño claro.
–¿No te parecerás a la Sofía Vergara?
–¿Te gusta ella?
–Es mi modelo favorita.
–Te habrás bajado todas sus fotos.
–Ah.
–Provecho.
–Gracias. ¿Cuándo me mandas una foto tuya?
–¿Para qué quieres mi foto si ahí tienes a tu Sofía Vergara?
–Nada gano mirando esas fotos que no tienen vida.
–Tú podrías darles vida.
–¿Para qué?
–Para que seas feliz.
–Quiero la felicidad con otra persona…
–Ojalá que la encuentres. ¿Y a quién te pareces tú, Agus?
–Tú no adivinaste.
–Sigue preguntándome.
–¿A la Laura Bozzo?
–Tan bonita no soy.
–¿A la momia Juanita?
–A ella sí me parezco bastante. ¿Te gusta?
–Un montón. Se parece a mi modelo favorita.
–¿Y a quién te pareces tú, Agus?
–A Gollum/Smeagol.
–¿Te pareces a esa cosa?
–Mmm. Paremos dos gotas de agua. Soy guapo, ¿no?
–Recontra. Harías una pareja perfecta con la Bozzo.
–Y tendríamos hijitos lindos como la Pinchi Pinchi.
–Ah. Bueno, esta criatura se va a dormir.
–Chau, Minina. Sueña conmigo.
–Mejor no, no me vaya a dar pesadillas.
–Plop.
–Chau.
–Chau.
***
Hola, Agus:
¿Cómo estás? Supongo que bien, ¿no? Hace mucho frío. Tengo una sobrinita que está como pollo con moquillo. ¿Te conté que me pongo doble piyama para dormir? Ojalá que no te aburras porque siempre te cuento lo mismo, pero es que en mi vida no pasa nada interesante. Me voy porque tengo que hacer mis trabajos para mañana. Te mando una postal, y aunque no tiene una sirena ni una conejita de Play Boy, y mucho menos a tu Sofía Vergara –que me cae pesada, ¿qué le has visto tú para que te tenga loco?–, espero que te guste.
Chau, hasta otro día
Gatu(bella)
***
Gatita linda:
Hola, muchacha, ¿cómo estás? ¿Todo bien? Espero que sí. Gracias por la postal. No importa que no esté mi amorcito (¿por qué le tienes hambre si ella es bien buena?) Sí, hace demasiado frío. ¿Dónde estás / lejanos días de radiante sol? Hace días que no se secan mis pantalones, ahora no sé qué me voy a poner, creo que voy a tener que andar calato. ¿Por qué dices que en la vida de una chica linda (como la Laura Bozzo) no pasa nada interesante? Yo estoy seguro que es todo lo contrario. Supongo que cada día vives experiencias nuevas en la universidad, haces nuevas amistades, lees libros. Cuéntame lo que quieras de ti que para mí todo lo que te pasa es interesante.
Recibe besos de
Agus
***
–¿Cómo estás, Agus?
–Bien, amiga.
–¿Bien bien?
–No tanto, Minina. Tú sabes cómo es la vida de un hombre solitario.
–¿No tienes mujer, hijos?
–No.
–¿En serio? Porque casi todos los hombres dicen lo mismo y al final se aparecen con su recua de pirañitas.
–En serio. Siempre he sido desafortunado en el amor.
–¿Y quién te heredará cuando estires las patas?–Yo soy inmortal, Gatita.
–La soledad te está volviendo loco, Agus.
–¿No quisieras curarme esta locura, Minina?
–…
–¿Gatita?–Tendrás que buscarte una psiquiatra, una sicóloga.
–Me choteas de taquito.
–No es eso, Agus, ¿pero qué hago yo al lado de un loco?
–Locuras, ¿qué más puedes hacer?
–Eres bien gracioso, Agus.
–¿No te gustaría que te cuente chistes todos los días?
–Tú sabes que tengo que estudiar, hacer los quehaceres en mi casa.
–¿Con quiénes vives tú, amiga?
–Con mis padres y con mi hermanita.
–¿Tienes una hermanita?
–Sí.
–¿Cuántos añitos tiene?
–Quince.
–Uy. ¿Cuándo vamos los tres a ver 21 gramos?
–Tiene enamorado.
–Pucha, se me adelantaron. ¿Y tú, Gatita?–¿Yo qué?
–¿Tienes alguien que te escriba poemas, te invite al cine, te llame todos los días y las noches?
–Estoy esperándolo.
–Paciencia: Alguien vendrá a poblar tu soledad / y entonces siempre sonreirás, / lo amarás / y serás feliz.
–Ojalá, porque ya me ha dado sueño de tanto esperarlo. Me voy a dormir, Agus. Chau, hasta otro día.
–Chau, Gatita. Duerme tranquila.
–Tú también.
***
Hola, Agus:
¿Cómo estás? Seguro que bien, porque tú eres más fuerte que el acero. Lindo día el de hoy, ¿no?: ¡Milagro!: ha salido el sol. ¿Sigues escribiendo poemas? Hace tiempo que no me mandas uno. ¿Se te acabó la inspiración? ¿O es que tu Sofía Vergara ya no te da bola? Te cuento que el domingo fui en familia al Parque de Las Leyendas. Lástima que estuvimos piñas e hizo frío, pero la pasamos bien. Me acuerdo que cuando era chiquita mi papá siempre nos llevaba. Hay un montón de animales. Si tu amorcito imposible (ya sabes de qué bruja estoy hablando) te chotea, metes la cabeza en la jaula de los leones, y adiós mundo cruel, se acaban tus sufrimientos.
Chau, hasta otro día, tengo que estudiar.
Atte.
Gatu(bella)
***
Hola, Agus:
¿Qué (diablos) pasa contigo que ya no me escribes? Hace casi como un mes que no sé nada de ti. ¿Dije, o hice algo malo que te haya molestado? Disculpa, por si acaso. Pon chapitas en el suelo. ¿O es que ya no quieres saber nada de mí? No seas ingrato, recuerda los buenos momentos que hemos compartido aunque sea mediante una computadora. Escríbeme al menos para decirme adiós, ¿ya, Agus?
Recibe besos de
Gatu(bella)
***
Agus:
Hola, amigo. ¿Por qué te empeñas en guardar silencio? Si no te despides formalmente de mí, voy a seguir bombardeándote con mis mensajes, así que es mejor que me digas adiós y quedemos como buenos amigos. Hemos sido amigos, ¿no? No seas orgulloso y escríbeme siquiera para darme el último adiós. Extraño tus bromas, extraño conversar contigo.
Chau, te manda besos
Gatu(fea): me he vuelvo fea de tanto llorar tu olvido
***
Gatita bonita, bonita, bonita:
Hola, mi estimada y querida amiga. ¿Cómo estás? Espero que recontra bien. Por supuesto que quiero seguir siendo tu amigo. Mil perdones por no haber dado señales de vida, pero ha sido contra mi voluntad. ¿Sabes?: he estado a punto de estirar la pata, poco más y no vivo para contarlo. Este clima del diablo casi me manda al más allá. He tenido como cien gramos, perdón, grados de fiebre, y como no tengo ni un perro que me ladre, solito me he tenido que curar. Triste es mi pobre y miserable existencia. Pero menos mal que ya pasó lo peor y aquí me tienes dispuesto a realizar mis más grandes hazañas. Gracias por acordarte siempre de mí. ¿Es cierto que has lloriqueado por mi humilde persona? Ojalá. Y no me digas que soy orgulloso, de qué, si soy un pobre diablo que ni siquiera tiene dónde caerse muerto.
Chau, recibe miles de besos de
Agus
***
–Hola, Gatita linda.
–Hola, Agus. ¿Es cierto que has estado enfermito?
–Así es, amiga. Casi estiro la pata.
–Cualquiera lanza un SOS digital para acudir en tu auxilio.
–No tenía fuerzas ni para presionar una tecla.
–Pobrecito, ¿qué tenías?
–No sé…, fiebre, diarrea…
–¿Ya has ido al doctor?
–Recién ayer.
–¿Y qué te han dicho?
–Me han pedido que me haga la prueba de… tiene un nombre de mujer, Melissa, Julissa, algo por ahí.
–¿Elisa?
–Eso es: Elisa.
–¿Sospechan que puedas tener sida?
–…
–Habla, hombre, no estés callado como un…
–…
–Tú siempre frecuentabas las esquinas, ¿no? Me acuerdo que una vez me dijiste que eras del otro equipo, que una vez conociste en Año Nuevo a una tal Viuda Negra e hicieron cositas ricas.
–…
–¿Y qué vas a hacer si tienes sida? Esa enfermedad es mortal, sino mira a Brocca.
–Tendré que suicidarme, porque no voy a agonizar como un miserable perro muriéndome de a poquitos.
–…
–¿Estás ahí, amiga?
–…
–¿Minina?
–…
–Amiga, estaba bromeando.
–¡Imbécil!
–Disculpa, Gatita.
–Esta vez no te disculpo.
–Pongo chapitas en el suelo.
–Métete tus chapitas donde no les dé el sol.
–Me va a doler.
–Que te duela, no es mi problema.
–Estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal que me perdones.
–¿En serio?
–Claro. Sé hacer un montón de cosas: cocino, plancho, arreglo el jardín, hasta lavo calzones.
–Cualquier mujer estaría feliz de casarse contigo, Agus.
–¿Tú no quieres ser esa mujer, Gatita linda?
–Tendría que pensarlo… mil veces.
–Señorita Gatubela, ¿acepta por esposo y compañero a Agus?
–Sí, padrecito, lo acepto.
–Entonces los declaro marido y mujer hasta que la muerte los separe. Puedes besar a la novia, Agus.
–Eres bien gracioso, Agus, pero no creas que te he perdonado.
–¡Por favor, Gatita, estoy de rodillas, perdóname!
–Pero que sea la última vez que me haces tus bromitas pesadas, ¿OK?
–Ya. Te lo juro.
–¿Y qué tenías?
–Fiebre, las amígdalas inflamadas, y como soy medio debilucho, me tumbó al toque.
–Deberías de cuidarte.
–Eso es lo que voy a hacer desde ahora.
–Bueno, ahora sí me voy a dormir tranquila sabiendo que estás bien. Chau, Agus.
–Chau, Gatita, y gracias por preocuparte de mi humilde persona.
–No tienes de qué, Agus. Chau.
–Chau, Minina.
***
–Fui al cine.
–Y no me invitaste.
–Fue sin planificarlo.
–Fijo que a ver una porno.
–Claro que no. Vi El retorno del rey.
–¿Fuiste solo o mal acompañado?
–…
–¿Con quién fuiste, Agus?
–Con mi esposa.
–Tú me decías que no eras casado.
–Me casé la semana pasada. Como cierta Minina me paraba choteando, me casé con la primera mujer que se cruzó por mi camino.
–¿Y qué tal la vida matrimonial?
–Fregado. Es jodido vivir con otra persona. No me acostumbro a compartir mi vida con alguien que no se parece nada a mí.
–¿Creo que estás arrepentido?
–…
–¿Te pongo chapitas por idiota?
–…
–¿Te pongo tachuelas por estúpido?–Me lo merezco, ¿verdad?
–¿Quién te mandó casarte?
–Siempre me parabas choteando…
–Y te casaste por despecho.
–Mmm. Pero me puedo divorciar y casarme contigo…
–Gracias; pero yo no recojo sobras, no como platos de quinta mano.
–…
–Jódete por imbécil. Y que seas infeliz por el resto de tu miserable existencia.
–Esa boquita, Gatita.
–…
–¿Estás ahí, Gatita boca sucia?
–…
–Gatita, estaba bromeando.
–…
–Bueno, Gatita silenciosa, hasta otro día.
–¿En serio no te casaste, Agus?–Te dije que era una bromita.
–Tú siempre con tus bromas baratas, Agus.
–Cómo que baratas; cuestan pensarlas.
–Cuándo cambiarás, Agus. Ya ni ganas de enojarme contigo tengo.
–Tendrás que acostumbrarte a mí.
–Eso es lo que temo.
–¿Cuándo vamos al cine? Quiero ver de nuevo El retorno del rey.
–Esta semana estoy saturada de trabajo.
–Conste te estoy invitando, ah. La próxima sí me voy a casar de verdad.
–No creo.
–No estés tan segura, Minina. ¿Por qué no te das un tiempito para relajarte? Te puedes volver loca de tanto estudiar.
–Sí me distraigo. Escucho música, leo bastante, voy al cine, de vez en cuando voy a las discotecas con mis amigas.
–Y no invitas.
–Vamos en pareja.
–¿Vas con tu novio?
–…
–La que calla, otorga.
–¿Qué otorga?
–No sé. Hay tantas cosas que se pueden otorgar.
–…
–¿Tienes novio?
–No olvides que tú estás casado, Agus.
–Te dije que estaba bromeando.
–Ajúm, me ha dado sueño; me voy a dormir.
–¿Te acompaño?
–No, gracias; mi cama es chiquita.
–Puedo dormir en el suelo.
–Chau, Agus, hasta otro día.
–Chau, sueña con este angelito.
***
Hola, Gatita bella:
¿Cómo estás? Milagro que últimamente está saliendo el sol casi a diario. Debe ser porque se acerca la primavera, ¿no? Hablando de primavera, ¿has escuchado a Javiera & los imposibles/am? Esa que cantaba Maldita primavera. Tiene otras canciones bien bacanes, remakes de Camilo Sesto, Roberto Carlos, etc. Pero a mí me gustan más las versiones originales. ¿Has escuchado alguna vez Vivir así es morir de amor de Camilo Sesto? No creo, debes de haber sido una criaturita cuando ese tema era la número uno del ranking en todas las radios nacionales y extranjeras. Javiera lo canta a su manera, y no lo hace nada mal. Ya llegará el día en que escuchemos juntos esa y otras canciones. ¿Es posible eso? Todo depende de ti, Gatita. Bueno, me voy. Recibe un montón de besos de este hombre que te extraña y se llama
Agus
***
Minina, hola:
Ahora eres tú la que guarda silencio. ¿Qué pasa?, ¿estás enfermita o te has muerto? Siempre te he dicho que te cuides de este clima traicionero porque te puede dar una pulmonía y estiras las cuatro patitas, aunque las gatitas lindas tienen siete vidas y nunca mueren, ¿no? Recibe besos de
Agus
***
Gatita:
Hola, ¿por qué ya no me escribes? Si te has muerto, avisa dónde te han enterrado para llevarte flores todos los días. Chau, cuídate, y salúdame a San Pedro de parte de
Agus
***
–Hola, Agus.
–¿Eres tú, Minina?
–La misma que calza y viste.
–Pensé que habías estirado las cuatro patitas.
–Tengo siete vidas, tú mismo lo has dicho.
–Eso me decía yo, esperanzado en tu regreso.
–Mañana empieza la primavera.
–Los jardines se visten de colores, / se pueblan de rosas, lirios y violetas.
–Qué romántico estás, Agus.
–Debe ser la primavera, / o el amor / el que hoy llega a mi corazón.
–¿Estás enamorado?
–Sí.
–¿Se puede saber de quién, Agus?
–Claro que sí, Minina…, de ti.
–…
–En serio, Gatita linda. ¿De quién más podría enamorarme?
–Pero no me conoces personalmente, Agus.
–¿Y no crees que ha llegado el momento de conocernos, Gatita?
–¿Y si te decepciono? Para empezar, no me parezco nada a tu Sofía Vergara.
–Con que me quieras un poquito, me basta.
–¿Y si me falta una mano?
–Te pongo las garras de Freddy Kruger, y asunto arreglado.
–Tú siempre tan gracioso, Agus.
–¿No te gustaría que te haga reír todos los días?
–…
–Vamos, Minina, anímate.
–¿Y si te decepciono?
–¿Y si te decepciono yo? Precisamente no soy un príncipe azul: soy flaco, chato, pelado, cara de sapo, me falta un ojo, dos dientes, etc.
–Lo importante es lo que hay en el corazón, ¿no?
–Mmm. Porque al fin y al cabo la belleza física se acaba. Podríamos construir un mundo feliz para nosotros dos.
–Y tendríamos hijitos hermosos frutos de nuestro amor.
–¿Ves que podemos ser felices, Minina?
–…
–¿Te busco mañana?
–…
–Di que sí, Gatita. Al menos date una oportunidad de ser feliz. Si no llegamos a querernos, al menos podremos decir que lo hemos intentado, ¿no te parece?
–¿Puedes venir a buscarme mañana a la universidad, Agus?
–Claro que sí, Minina. ¿A qué hora?
–A mediodía.
–Para irnos a almorzar por ahí.
–Claro.
–¿Por quién pregunto?
–Por Jazmín. ¿De parte de quién?
–De Agustín.
–Bueno Agustín, hasta mañana.
–Hasta mañana, Jazmín. Cuídate, y sueña con este angelito.
–Ya. Y tú también sueña conmigo.–De todas maneras.

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