Es invierno en Lima. Salí temprano de casa pa
ra hacer los trámites para la placa del mototaxi que me he comprado. Pensé que iba a encontrar una cola inmensa como en cualquier dependencia pública, pero me equivoqué, en menos de diez minutos me atendieron. Salí, y me puse a caminar, a recordar que hace más de veinte años trabajé en Camino Real haciendo instalaciones de aire acondicionado en una de las torres. Allí todavía estaba la tubería que instalamos. Pensar que cuando hacía ese trabajo yo sentía vértigo de la altura. Después llegué al parque el Olivar y encontré a un grupo de chicas dibujando los árboles, la lagunita. Serían de alguna academia de dibujo. Me senté al filo de un banco porque había llovido en la noche y todo estaba mojado y me puse a observarlas. Qué paz, qué tranquilidad sentí. Y sentí el frío, dejé que el frío hiriera mi piel para sentirme vivo, para saber que, a pesar de los problemas, hay un mañana mejor, que superaremos los escollos y sabremos salir adelante.
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