El papá de Bruno dirige un campo
de concentración. En su inocencia, Bruno tiene ocho años, cree que los
prisioneros judíos son campesinos y se pregunta por qué todos llevan un
“pijama” a rayas. Conoce a Shmuel, un niño judío de su misma edad, que tampoco
sabe que está en un campo de concentración. Se hacen amigos, primero conversan
y juegan separados por la valla electrificada del campo. Un día Shmuel es
llevado a casa de Bruno a limpiar las copas. Bruno le invita un pan, Shmuel
siempre anda con hambre, y son descubiertos por un soldado nazi. Bruno niega
que le haya invitado el pan y Shmuel recibe su merecido pero, como todos los
niños después de una pelea, siguen siendo amigos. El papá de Shmuel desaparece
y Bruno decide ayudar a su amigo a buscarlo, para lo cual se pone un pijama a
rayas. Entra al campo de concentración, para su mala suerte, y la de Shmuel,
son llevados a una cámara de gas. Y allí termina la peli, una película
conmovedora que vi dos veces con mis sobrinos. Quedamos tristes.
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