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sábado, 31 de enero de 2009

Carta a una madre ausente


A María Palomino Ceras de Gastelú
28 febrero 1936 – 22 julio 2005

Madre: Hace un año partiste en un viaje sin retorno hacia las estrellas. La flor volvió a ser semilla y regresaste al abrigo de la tierra. Fue un viernes veintidós de julio a las cuatro de la tarde. Funesto día. Funesta hora. Cuatro de la tarde. A esa hora se cerraron tus ojos para siempre, a esa hora se calló tu voz para siempre. ¡Un año ya de dolor, de lágrimas, de recuerdos, de nostalgias, de esperanzas frustradas, de eternos días grises! El camino al cementerio es el camino más triste que existe en la vida. Ayer sonreías y ahora ya no estás. Ahora estás ahí, en una tumba, una lápida separa nuestros mundos. Estuviste a mi lado treinta y siete años, un mes y dieciséis días. Y ahora ya no estás aquí. Es triste volver a casa y no encontrarte. Ya no me esperas con la cena caliente. Ya no me preparas el almuerzo para irme al trabajo con el estómago lleno. La casa está vacía, pero en cada rincón hay un recuerdo tuyo. Ahí está tu jardín con las flores y plantas que cultivabas. Ahora las aves, que ayer cantaban alegres, cantan tristes melodías a tu ausencia, viejita linda. Yo también estoy triste. El sol, ese sol eterno de nuestro lugar, no ha vuelto a salir en mi corazón. Te lloré ciento veintiocho días seguidos. Te lloro todavía. A veces siento que mi vida me pesa, pero debo continuar. Mis días son grises. Envidio a Nacho y Diego, los nietos que quisiste como a tus hijos, por jugar alegres. Están grandes. Diego ya sabe leer y escribir. Es un niño inteligente. Nacho está más preocupado por los juegos, por Gokú. ¿Te acuerdas que los sacaste del hospital cuando eran chiquitos? Juntos los preservamos del odio ajeno, de la indiferencia. Por eso te odiaban Mariana y Carolina y los Apesteguis. Yo sigo preocupándome por ellos como tú hubieras querido. Dónde estarás, madre. Yo estoy aquí, con un inmenso dolor en el corazón, con lágrimas en los ojos desde hace un año atrás. Para mí ya no hay primaveras ni veranos. Un eterno invierno es mi existencia. Solo me queda el consuelo de saber que pronto nos encontraremos y estaremos allá, en ese lugar donde la primavera es eterna, donde no existen el odio, la maldad, la indiferencia, donde ya no llorarás, ni yo tampoco.

Tu hijo Harol

***Escrita en julio del 2006

1 comentario:

  1. Que bonito,me conmovio yo al igual perdi a mi madre hace a penas 4 meses y leer tu carta es exactamente lo que yo siento yo tambien escribi algo te dejo el link de mi blog y te invito a que leas lo que yo escribi http://caifguar.blogspot.com

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