Hace cuatro años murió mi padre, a las ocho de la noche, en el hospital Almenara, después de una agonía de medio mes y de luchar durante todo el verano del 2009 contra un cáncer a las vías biliares. Hoy ya está descansando, lejos del dolor, del sufrimiento, en ese paraíso que soñó como siervo de Dios. Qué mejor homenaje a él que recordarlo.
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