Se termina el primer mes del año. Durante este mes empecé a tipear "El cazador nocturno". Avancé 150 hojas del manuscrito -tiene 284 hojas-. En computadora, a dos espacios, me salieron 215 hojas. Y todavía me faltan diez capítulos más y el final. Cuando lo termine de tipear, me imagino que tendré más de cuatrocientas hojas. Uy, es mucho. Me pondré a corregir para darle la forma final tratando de hacer que cada capítulo tenga veinte hojas o diecinueve, para tener 400 hojas exactas.
Este calor de desierto te quita las ganas de hacer las cosas, o te calienta tanto el cerebro que no te permite pensar, por eso avanzo a paso lento "El inquilino", otra novela policial que estoy escribiendo.
Aparte, estoy de cocinero para mis sobrinos. Hoy debo haberlo hecho bien porque mi sobrina más pequeña, cuyas opiniones sobre comida son contundentes, pidió más, y eso que preparé un locro, plato que no me gusta pero hoy sí lo comí con ganas, y los chicos también.
A seguir trabajando con el mismo ritmo.
En otros aspectos, anoche rompí mi amistad con una de las personas que más quería. No sé si ha sido una decisión acertada, pero creo que ha sido lo mejor, ya me hacía demasiado daño andar ilusionándome con esa persona que, por cierto, es demasiado caprichosa y no lo quiere reconocer. Será hasta algún día, si es que la vida la vuelve a poner en mi camino.
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