Han pasado seis años desde que me operaron del riñón. Yo todavía me acuerdo de ese día cuando sentía el aliento fétido de la muerte sobre mi nuca, de los amigos que me visitaron y de los que no en ese mes que estuve internado y convaleciente, de la preocupación de mis padres, del amor de mis sobrinos, de las indiferencia de los colegas de entonces.
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