Hoy es medio año desde que murió mi padre. Medio año sin su presencia cotidiana, sin sus palabras de aliento, sin su apoyo moral. Me quedan sus recuerdos de estos 41 años de mi vida compartidos, las historias que siempre nos contaba, historias que despertaron mi imaginación. Recuerdo que de chico me hacía leer la Biblia. Era Testigo de Jehová. Detestaba que "perdiera" mi tiempo leyendo chistes, pero al final me gané su admiración a pulso, palabra a palabra. No fui su hijo favorito. El favorito era John, el más inteligente de la familia, el que siempre sacaba diplomas en el colegio, pero murió maldiciéndolo porque este hijo fue al final el más sinvergüenza de la familia. Me queda su ejemplo de constante lucha por salir adelante, su respeto a los demás. No fue un borracho, un sinvergüenza que no pagaba sus deudas, un tacaño. Fue todo un señor a quien siempre llevaré en mi corazón. Descansa en paz, papá.
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