Durante estas dos semanas de ausencia, leí "Yawar fiesta" y "Los ríos profundos" de José María Arguedas. Con la primera me reí, me estremecí, me llené de furor, de indignación. Así vivían, y aún viven en algunos lugares del Perú profundo, nuestros hermanos peruanos. La segunda es media empalogosa, ingenua.
"Yawar fiesta": los indios esperan con ansias la llega del 28 de julio para batirse en duelo con el Misitu, un toro bravo en torno al cual se ha hecho un mito. Pese a la llegada de una directiva prohibiendo las sanguinarias corridas, los indios se las ingenian para burlarla y van en cacería del Misitu.
"Los ríos profundos": Ernesto está interno en Abancay, la opa sirve de consuelo de las ansias carnales de los alumnos en el aparente rígido internado. Ernesto va tras las chicheras que se han sublevado a la autoridad, se enamora de una chica que le recuerda a un viejo amor. Finalmente una peste azota el pueblo y Ernesto parte al Cusco.
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