La tarde muere con la quietud de un pájaro herido,
en las aceras las hojas secas de las buganvillas
forman alfombras de formas extrañas
igual que las grises nubes del cielo gris.
El sol se ha ocultado. Tiritan las flores de tristeza.
Me pregunto dónde estás. Dónde está tu alma.
Por qué no has vuelto a pasar por nuestra calle.
Una pesada lágrima de piedra
se desliza por esta mejilla lastimada que tú besaste.
No solo tu corazón se detuvo aquel viernes de julio.
En este pecho herido hay un corazón que agoniza.
En esta mente los recuerdos van y vienen
como las incesantes olas del mar.
Recuerdo tu voz de dejos andinos.
Recuerdo tus manos de uñas quebradas
por los quehaceres del hogar.
Berenice dice que estás en el cielo descansando.
¿Desde allí me mirarás?
¿Verás ese pozo de lágrimas que ha cavado mi dolor?
Un día más de vida, me digo cada amanecer.
Un día menos de vida, me digo cada anochecer.
Cuento los días desde que no estás en casa.
Te busco en cada anciana de cabellos plateados.
Te busco en los rincones donde estuviste.
Te busco entre las flores de tu jardín.
Te busco en mis sueños. En mi silencio.
Busco tu voz callada. Tus pasos alejados.
Te busco en esa infancia que compartimos.
Tú también tuviste veinte años.
Tuviste mi edad. Recorriste los caminos
que ahora recorro yo. Derramaste las mismas lágrimas
que ahora se deslizan por mis mejillas
mientras la tarde va muriendo
con la soledad de los desiertos,
con los silencios de los pájaros.
en las aceras las hojas secas de las buganvillas
forman alfombras de formas extrañas
igual que las grises nubes del cielo gris.
El sol se ha ocultado. Tiritan las flores de tristeza.
Me pregunto dónde estás. Dónde está tu alma.
Por qué no has vuelto a pasar por nuestra calle.
Una pesada lágrima de piedra
se desliza por esta mejilla lastimada que tú besaste.
No solo tu corazón se detuvo aquel viernes de julio.
En este pecho herido hay un corazón que agoniza.
En esta mente los recuerdos van y vienen
como las incesantes olas del mar.
Recuerdo tu voz de dejos andinos.
Recuerdo tus manos de uñas quebradas
por los quehaceres del hogar.
Berenice dice que estás en el cielo descansando.
¿Desde allí me mirarás?
¿Verás ese pozo de lágrimas que ha cavado mi dolor?
Un día más de vida, me digo cada amanecer.
Un día menos de vida, me digo cada anochecer.
Cuento los días desde que no estás en casa.
Te busco en cada anciana de cabellos plateados.
Te busco en los rincones donde estuviste.
Te busco entre las flores de tu jardín.
Te busco en mis sueños. En mi silencio.
Busco tu voz callada. Tus pasos alejados.
Te busco en esa infancia que compartimos.
Tú también tuviste veinte años.
Tuviste mi edad. Recorriste los caminos
que ahora recorro yo. Derramaste las mismas lágrimas
que ahora se deslizan por mis mejillas
mientras la tarde va muriendo
con la soledad de los desiertos,
con los silencios de los pájaros.
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