Conozco la envidia de los que no han ganado ni la caca de la mosca en sus vidas, de los que hacen cosas perfectas y pasan desapercibos como el aroma rancio de las rosas, de los que van por el mundo dándose sus ínfulas y son menos que el aire. Conozco el silencio de los estafadores, de los que te prometen el oro y el moro y luego se esconden debajo de sus caparazones por no reconocer que son unos pobres diablos. Conozco a los que se llenan los hocicos hablando y no dicen nada.
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