Al atardecer llegamos a la bella y heroica Huanta, una ciudad muy ligada a mi familia y a mí mismo, pues nací en Huanta, mejor dicho en las afueras de Huanta, en el campo, entre un río y pájaros, pero por esas cosas de la vida fui inscrito en el pueblo de mis viejos. Pero no importa, yo siempre me sentiré ayacuchano-huancavelicano de corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario