Hoy mamá hubiera cumplido 73 años, pero ya son cuatro los cumpleaños que no está con nosotros. Temprano fui al cementerio y le cambié sus flores, le canté Las mañanitas y Ayrampito, y recordé las cosas que vivimos, ese viaje a Chincho durante casi todo el día cruzando cerros y abismos.
En su último cumpleaños se fue a pasear con el viejo y los chicos a Matucana, le gustaba ese lugar porque le recordaba a su pueblo. Yo no fui, justo ese lunes tenía que ver si me cambiaba de trabajo o no. Estuve todo el día en ese afán, y todo por gusto. Nadie me devolverá ese día, pero hubo otros paseos a esos lugares que también disfrutamos.
Solo me queda recordar, añorar, y resignarme porque un día yo también moriré y, lo que es peor, a mí nadie me recordará, nadie me llevará una miserable flor a mi tumba. Triste destino el mío, pero ¿qué puedo hacer?
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